Friday, April 11, 2008

LOS ANILLOS DE SATURNO

La ama tanto que decidió hacer un viaje por las galaxias para traerle un regalo especial, ya no alcanza con la luna y las estrellas, testigos de un amor de fuego y misterio.
Esa mañana la llamó temprano, le recordó que durante diez días estarían separados ya que emprendería un viaje secreto, a su regreso, liberado, podría contarle su experiencia.
Le rogó no fuera a despedirlo, solo que lo recordara como siempre, gozando entre sus brazos, bebiendo el néctar de sus besos, entrelazando sus cuerpos, cabal demostración del amor que se prodigaban.
Ella estaba inquieta, ansiosa, aceptaba el viaje, pero a la vez quería acunarse en la fortaleza de sus brazos, sintiendo el olor de su piel, compartiendo cada instante.
Él había llegado a la primer etapa de su viaje, calzaba su traje de astronauta, antes de ingresar a la nave, la llamó para decirle que el amor seguía intacto, esta pequeña separación reforzaría el amor que se prodigaban, ella prometió esperarlo como siempre, en la casa cercana al mar que los había enamorado.
Abordó la nave, sería comandada desde la tierra, estaba sereno, los motores se encendieron, comenzó el ascenso, las computadoras informaban que el despegue había sido exitoso.
El universo mostraba toda su belleza, pensaba que podía tocar las estrellas con sus manos.
Sin gravedad flotaba en el espacio, se colocó el arnés para poder comenzar su paseo espacial, los planetas asemejaban coloridos globos suspendidos en el universo, a Júpiter le pediría conservara el amor terreno para siempre.
Su objetivo era otro, llegar a Saturno.
Ingresó al cubículo que lo acercaría al planeta de los anillos, faltaba poco.
Al llegar, extasiado contemplaba tanta belleza, aún no explorada por el hombre.
Tomó una estrella, con el filo de ella cortaría un pequeño trozo de uno de los anillos para regalárselo a su amada, esa era la sorpresa que había preparado durante años, desde el momento que la había conocido.
Colocó el pequeño segmento, en una caja de metal, la guardó en el bolsillo del traje, cerca del corazón, siempre pensando en ella.
En poco tiempo se casan, ella lucirá en el anular de su mano izquierda el anillo más bonito que jamás haya tenido una novia.
Las pesadas puertas de la iglesia se abren para darle paso , avanza lentamente, en el altar la espera Él sonriente.
Comienza la ceremonia, es hora de intercambiar los anillos, en ese instante el recinto se ilumina, los ángeles de los vitreaux cantan una melodía suave, ellos se confunden en un apasionado beso.
Los asistentes miran asombrados a la pareja que comienza a elevarse.
En otro mundos continuarán esta historia de amor eterno.

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