Thursday, April 03, 2008

LAZOS DE AMISTAD

Atesoro todas las fotos de mis viajes en un álbum, me gusta mirarlas y recordar los tiempos que se han ido.
Estamos en la Isla del Encanto con mi amiga del alma, han sido días intensos, hemos recorrido casi todo.
Juntas aprendimos a conocernos, a descubrir nuestros defectos y virtudes, finalmente nos dimos cuenta que en otros mundos, si es que existen pudimos integrar la misma familia.
Durante quince días descubrimos la belleza de la Isla, por la mañana nos esperaba el mar de color turquesa, para refrescarnos y seguir apreciando la simpleza de estar juntas, admirábamos la vegetación que se erguía al borde de la playa, el verde cortaba los tonos del mar que inquieto intentaba llegar al cielo.
Al mediodía regresábamos a la villa, casas blancas de techos de pizarra roja, jardines cuidados nos regalaban el color de las flores, a esa hora el calor hacía que los pájaros retornaran a sus nidos para enseñarle a cantar y alimentar a sus crías.
Nada enturbiaba esos momentos de felicidad.
Estábamos juntas, admirando cuando el sol jugando aparecía dorado con sus ojos salpicados de agua salada.
En la playa las parejas intentaban continuar sus historias de amor, el atardecer teñía el cielo de colores púrpuras, reverenciando la salida de la luna y las estrellas.
Estábamos felices, pero nuestras pieles sentían el calor del Caribe.
Decidimos que hoy sería un día diferente, alquilamos bicicletas, nos reímos de nuestras torpezas.
El camino era solitario, dejamos las bicicletas recostadas en un árbol, decidimos seguir caminando, a medida que avanzábamos se escondía el cielo, solo follaje, entremezclaban sus ramas para formar un arco, como queriendo abrazar el cielo.
A unos metros algo nos detuvo, de la tierra salía una luz que atraía, nos detuvimos unos metros antes, parecía querer salir de las profundidades de la tierra, nos paralizó la belleza, no era un charco de agua, brillaba como el sol, carecía de destellos, pero ahí estaba para que el caminante la admirara en ese estallido de extraña hermosura.
Los pájaros habían acallado sus trinos, podíamos escuchar los sonidos del silencio.
Nunca habíamos visto en nuestros viajes un trecho del camino iluminado.
¿Sería una señal?
Ninguna de las dos pudo pronunciar palabra, decidimos caminar hacia ese objeto luminoso que salía de las entrañas de la tierra.
A medida que la luz nos abrazaba, nos sumergíamos en un sitio desconocido, la paz había formado un anillo entre nosotras, allí comprendimos que seríamos, amigas para siempre.
La distancia sería acortada por los sentimientos.
Ese instante permanecerá eternamente, ese poderoso haz de luz ató lazos que el tiempo no podrá cortar.
Juntas caminaremos el camino de la vida, no pensamos en el futuro, es incierto, vivimos con calidez este momento.

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