Wednesday, April 02, 2008

COMPROMISO DE AMOR EN AGRA

Hace unos años que estamos en pareja, no queremos una boda tradicional, por ello todos estos años ahorramos para viajar a la India, en un lugar muy especial consagraremos nuestra unión.
Un largo viaje, nos dejó en París, en tres horas abordaremos el avión que nos dejará en Nueva Delhi.
En el aeropuerto Charles De Gaulle, encontramos otra pareja de argentinos, eso hará más llevadero el viaje.
Ellos asistirán a varias conferencias, nosotros en unos días nos uniremos para siempre.
La mañana calurosa y húmeda presagia un día diferente, no nos importa, estamos felices, nuestros amigos nos despiden con la promesa de encontrarnos en Agra, la próxima semana.
Para comenzar nuestra aventura elegimos el tren tradicional, nunca pensamos que encontraríamos tanta gente, el vagón es un crisol de razas, cientos de turistas realizarán el mismo viaje.
Admiramos el paisaje desde las ventanillas del tren, el mar Arábigo bordea la costa regalando una sinfonía de azules y espuma,en unas horas estaremos en Jaisalmer,
allí pasaremos el día.
Temprano un café y a visitar los mercados.
Nos gusta conocer esas calles angostas, encontramos de todo y para todos, estoy mirando el sari que luciré el día de mi boda, Lucas se aleja, sabe que no quiero que vea antes mi vestido de novia, estoy indecisa, no se cuál elegir, finalmente opto por uno de seda marfil con pequeños bordados en un tono más oscuro, le pido al vendedor que no lo arrugue al envolverlo, acompañaré el vestuario con flores recién cortadas.
Llegamos al hotel, impaciente como los niños que no saben guardar un secreto, el amor de mi vida me muestra un pequeño estuche, al abrirlo veo una gema que la tradición dice deberé pegar en el entrecejo, es una amatista con forma de lágrima, sus facetas reflejan la luz, esa que queremos acompañe nuestra vida para siempre.
Suena el teléfono, del otro lado nuestros amigos nos piden no compremos las alianzas, será el regalo de ellos que oficiarán de padrinos.
Los días transcurren entre visitas a los museos y los preparativos de nuestra boda, en dos días estaremos en Agra para consagrarla.
Esta vez llegaremos en el tren exclusivo que utilizan los turistas internacionales, el aire acondicionado mitiga el calor, en el comedor probamos comidas exóticas del lugar.
Descansamos en el camarote, las cortinas de seda pesada impiden el paso de la luz, renovamos nuestro amor, la pasión nos envuelve.
Hoy es el día, llegamos a Agra, la entrada al Taj Mahal es imponente, las cúpulas de mármol blanco apuntan al cielo, parece que quisieran acariciarlo.
En los jardines del palacio construido por el emperador Moghul Shahjehan en memoria de su esposa, las flores estallan en miles de colores.
Intercambiamos anillos, sellamos nuestro amor ante el Dios de los hombres, no importa en que país estemos, menos el Dios que invoquemos, nuestro amor está más allá de todo eso.
En el hotel brindamos con nuestros amigos y padrinos de casamiento, mañana regresaremos a Buenos Aires, en nuestras almas para siempre guardaremos todas las imágenes que se forjaron a través de la entrega de nuestros cuerpos y sentimientos.
Como la princesa Mumtaz Mahal amaré a este hombre eternamente.
Seguramente aumentaremos la familia, queremos extender nuestro amor en los que vendrán, y contarles que en un viaje en tren a la India, sus papás decidieron unirse, más allá de los tiempos.

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