Friday, April 18, 2008

COMO ANTES

Luz, cámara….acción, Virginia se despertó sobresaltada, miró el reloj, faltaban unas cuantas horas para el amanecer.
Encendió la radio, buscaría una emisora que emitiera solo música, ello le ayudaría a dormir nuevamente.
Ahora dormía, soñaba con su época de oro, cuando en su agenda no tenía más espacio para leer los libros de otra película.
Era un sueño tan real, que podía sentir la brisa marítima de la Isla del Encanto, el mar azul contrastaba con las edificaciones de color blanco.
Muchas veces había filmado en la alameda .
Nítidamente aparecían las locaciones cercanas al océano, el director elegía los atardeceres para obtener las mejores tomas.
Entre las flores que ornamentaban los canteros, se colocaban pequeñas columnas de no más de cincuenta centímetros terminadas con una tulipa blanca, asemejando a velas encendidas.
La asistente corregía el maquillaje de la primera actriz, vestía para la ocasión un soirée color esmeralda, la tela parecía salir de su cuerpo, su figura angelada se insinuaba entre las gasas, estas se movían a su paso, su presencia etérea como tantas otras veces sería un éxito asegurado.
Todo se movía alrededor de ella.
La gente aplaudía los distintos momentos de la filmación, agradecía con una sonrisa.
Los magnates ofrecían fortunas por pasar unas horas con ella, las rechazaba, solo se entregaría cuando sintiera que el amor envolvía su cuerpo y llegara al corazón.
Las lágrimas que corrían por su rostro aún terso la sacaron del sueño, ahora sollozaba.
Se levantó, afuera la llovizna tenue desdibujaba el paisaje.
Se miró en el espejo de su amplio dormitorio, la imágen era agradable, había conseguido ser la protagonista de famosas películas.
Cuando cumplió los cuarenta años se regaló la casa que hoy habitaba, confortable, la decoró con finos muebles de ébano, en una de las mesas con tapa de cristal descansaba el teléfono.
A medida que pasaba el tiempo el aparato dejó de sonar, de ser una primera figura lentamente comenzó a recorrer los caminos del olvido.
Asistía a todos los casting, siempre recibía la misma respuesta; “Su interpretación ha sido brillante, pero necesitamos una actriz más joven”.
Llegaba a su casa presa de una tristeza infinita, su fortuna le permitiría vivir sin trabajar, pero siempre se hacía la misma pregunta ¿En las películas no hay quienes puedan interpretar el papel, de una madre, una tía?
A los cuarenta y cinco años fue alejada de su pasión, el cine, el teatro.
Después del desayuno saldría a caminar por la playa, necesitaba despejarse.
Muchos la reconocían, seguía firmando autógrafos, no trabajaba.
No había elegido ese destino, se daba cuenta que la vida a veces es injusta.
Esa tarde sonó el teléfono, un novel director la convocaba para su primer largometraje, otra vez sería la protagonista de una historia.
El film fue premiado en varios festivales, disfrutaba de su carrera, declinaba las ofertas de los grandes directores que la habían llevado a la cima del éxito.
Los jóvenes supieron apreciar el talento de Virginia, sonríe como antes, encontró el amor, pronto formarán una familia, tal vez en ese instante decida alejarse para siempre.

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