Friday, June 20, 2008

CELESTE Y BLANCO


Tengo muchos años, tantos que algunos, no recuerdan cuántos.
Me gusta que me rindan honores, junto a los acordes de una marcha mi cuerpo flexible ondula en lo alto.
A mis hermanas y a mí nos adoptaron en diferentes lugares del planeta, nacimos para ser el símbolo de todos los países del orbe, para diferenciarnos eligieron diversos colores, tal vez algunos los hayan copiado de las flores.
Mi primer viaje fue en carreta, nos dirigíamos a Buenos Aires por caminos de tierra, en la que estaban marcadas las ruedas de madera.
En ese entonces la mano del hombre no había construído autopistas para acortar las distancias.
Por ser la primera de la familia debía estar lejos de mi lugar de nacimiento.
La noche anterior, damas de la sociedad se mezclaron con las del pueblo, juntas cantaron en mi nombre, posteriormente me colocaron en un cofre de madera con tapa de vidrio, a través de él se vería el sol que cientos de mujeres,bordaron con hilos de oro, brillaba como una joya.
Durante mi vida pude presenciar contiendas sangrientas, los hijos de la tierra ofrendaban su vida en búsqueda de la libertad de los pueblos.
Estoy en lo más alto de los edificios, también en las escuelitas pequeñas, en esas que falta casi todo, cuentan con mi presencia.
Recorrí todos los mares del mundo, orgullosa sentí que miles de ojos se posaban en mí, con respeto.
Otras veces me encontré en los balcones de los departamentos cerca de las macetas con flores que me alegraban con su fragancia.
En mi honor se erigió un monumento, desde lo alto observo el color de un río caudaloso, allí crearon no hace mucho mi réplica, con retazos celestes y blancos unieron a todas las provincias, grandes y chicos colaboraron en la tarea.
A lo largo de mi vida pasé momentos buenos y de los otros, pese a todo mantengo la esperanza intacta.
Hoy estoy triste, el sol que me adorna parece querer cerrar sus ojos, los destellos dorados se muestran apagados.
Hace meses que escucho palabras inapropiadas, los gritos me asustan y me repliego al lado del mástil que me sostiene.
No puedo seguir así, voy a llamar a mi amigo el viento, le pediré que sople fuerte, tanto que provoque que mis paños celestes y blancos sean capaces de cubrir el territorio en que he nacido.
Quiero, como una madre acunar a todos los hijos de esta tierra bendita, bajo los colores que me prestaron el cielo y las nieves eternas.
Desplegaré alas imaginarias, deseo unirlos a todos para siempre.

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