Thursday, June 12, 2008

LA FIDELIDAD DE BÁLTICO

Báltico es un perro callejero, su madre lo rechazaba, nadie conoce el motivo de tal comportamiento.
El animalito, un siberiano no podía ser más hermoso, los ojos azules parecían un trozo de cielo.
Se alimentaba con lo que podía, deambulaba por todos lados buscando una caricia, algo del calor que le había negado la madre.
Pese a todo era fuerte.
Una noche la nieve arreciaba con fuerza, el perro buscaba refugio, estaba acostumbrado al rigor del invierno ruso.
Al atardecer las calles estaban desiertas, el frío era insoportable.
Mauricio regresaba a su casa después de una noche de mujeres y borracheras, al caminar trastabillaba, hasta que cayó en la calle.
Báltico comenzó a aullar con fuerza, con sus ladridos pedía ayuda para el hombre tendido en el suelo.
Una ambulancia lo llevó al hospital más cercano, Báltico permanecía en la puerta de la unidad sanitaria ,esperando.
Mauricio un poco más repuesto llevó a la mascota a su casa, lo alimentó, en poco más de un mes el perro se había recuperado.
Un domingo se fueron a Kamchatka, Báltico participaría de carreras de trineos, los turistas admiraban la fuerza del perro, Mauricio un hombre de vida disipada obtendría ganancias.
Terminadas las carreras, sometía al perro a sesiones de fotografía interminables, con ello aumentaba sus ingresos.
El perro necesitaba cariño, alimentos, fiel a su dueño lo seguía a todas partes.
Pasaron varios años, Báltico no corría como antes, el aliento entrecortado demostraba cansancio.
Una tarde Mauricio necesitó demostrar que su perro podía seguir llevando turistas.
Bebió varias copas de vodka, preparó el trineo esta vez sería tirado solo por su perro.
Los abedules cortaban el blanco de la nieve, tomó el látigo para apurar al perro, al principio el animal respondía, subía las barrancas de la pista rapidamente.
Mauricio sentía los efectos del vodka, no tenía control del trineo, Báltico corría desesperado, estaba cansado, en un momento su dueño cayó en la nieve.
Como pudo el viejo perro se desligó de los arneses que lo sostenían al trineo.
Lamía la cara de su dueño para reanimarlo.
Vanos fueron sus intentos, en la blanca superficie Mauricio exhalaba el último suspiro.
Pese al maltrato recibido en tantas carreras, Báltico se quedó a su lado.
La nieve cubrió los cuerpos.
Báltico fue fiel a su amo, llegó el verano, el hielo comenzaba a derretirse.
Las hierbas crecían al lado de la pista, el rigor del invierno ruso había pasado.
Una patrulla que los buscaba los encontró congelados.

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