Friday, June 06, 2008

LÁGRIMAS DE HIELO

Marcia se prepara para otro viaje, esta vez irá a Moscú.
En las maletas lleva abrigo suficiente para protegerse del frío, cambiará su vestimenta en Madrid, allí tiene una escala de tres horas.
Casi un día de viaje para conocer otras culturas, presiente que el esfuerzo será premiado, no le teme a las temperaturas gélidas, Sofía le habló de ellas.
Como siempre el vuelo está un poco demorado, los conflictos la persiguen en cada viaje, le resta importancia, solo quiere llegar.
Aprovecha la escala en el Aeropuerto de Barajas para cambiar su atuendo, elige un pantalón de lana, botas altas y un abrigo de piel.
En quince horas estará en la aeroestación de Sheremetyevo, allí la espera su amiga.
Migraciones está colmada de gente, terminados los trámites se abraza con Sofía, a partir de ese momento comenzará la aventura, en veinte minutos, si el tráfico es normal, estarán en el departamento que habita Sofía, frente a la Plaza Roja.
Desde los ventanales de la vivienda observa la Catedral de San Basilio, majestuosa, con sus cúpulas coloridas intentando acariciar el cielo.
Más tarde irá a orar por los suyos que quedaron en la otra punta del mapa.
La nieve graciosa se desliza por las torres, las veredas están cubiertas por copos blancos.
Mañana las espera una nueva experiencia, pasearán en el metro.
Extasiada observa las bóvedas de la estación Kievskaya, los cuadros son de una belleza infinita, arañas de muchas luces, penden del cielorraso, nunca imaginó tanta belleza.
Marcia pregunta a su amiga por qué los hombres reciben a los trenes que llegan y voces femeninas lo hacen con los que se alejan de la estación.
Sofía le cuenta la historia de una mujer que vivió hace mucho tiempo, cuando el metro no existía, los vagones de tren transportaban a los trabajadores hasta las estepas, no importaban las inclemencias del tiempo.
Los hombres recibían con gozo a sus compañeros de trabajo, las mujeres despedían a los que se alejaban, tal vez nunca volvieran a reunirse con sus seres queridos, la necesidad los alejaba.
Vielka siempre quedó en la estación central esperando a su hombre,Él, nunca regresaría a ella, la mujer jamás desistió del intento, en algún momento su amor estaría a su lado, para amarla y respertarla.
Los años han pasado, en memoria de Vielka se conserva la tradición, serán voces de mujeres quienes despidan al viajero.
Marcia emocionada atesora ese recuerdo, los copos de nieve como estrellas adornan el cabello de nuestra viajera, el frío gélido transforma en hielo una lágrima, queda suspendida en su rostro joven.
Llama a su corazón, allí tiene todos los recuerdos, sabe que su amado la esperará al regreso.
Presiente que las lágrimas de hielo mutarán en gotas de lluvia que bendecirán el encuentro.

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