Buenos días hijo querido.
Te saludo en otra hornada otoñal.
Eolo, incansable sigue soplando a bastante velocidad. Pese a
ello no puede llevarse algunos celajes claros, propiciando oculten a Helios
solo por unas horas, según el parte de los meteorólogos.
Deseo contarte un sueño bastante original que he tenido en
estado onírico.
Dos perfiles de mujer estaban cercanos.
Uno de color blanco, el otro opuesto de tono negro.
Rápidamente los
asocié con la vida.
El blanco era el inicio de la misma, donde no se ha tenido
ninguna experiencia
El negro exactamente igual al otro como si se tratara de un
gemelo, era la representación de quien ha pasado por todas las experiencias
aparejadas por la existencia con ayuda de los arbitrios del destino.
Dos perfiles idénticos.
Uno inmaculado esperando desarrollarse.
El otro tan oscuro, es la imagen representativa de quien ha
vivido situaciones traumáticas que van oscureciendo el alma hasta que se note
en la piel.
Quizás los otros no lleguen a advertir la diferencia, como
decía El principito,
“Lo esencial es
invisible a los ojos”.
No se camina por la vida exhibiendo el dolor generado por la
tragedia.
Cambia la mirada.
No existe maquillaje capaz de ocultar la tristeza, aún,
cuando estés sonriendo, los ojos desmentirán
la sonrisa.
Al despertar, repasando el sueño, concluí era el rostro de
una sola mujer, antes y después del horror.
¿Es injusto?
Mi respuesta personalísima es, sí.
Estamos preparadas para salir de otros designios del
destino.
Nunca para aceptar la partida de un hijo.
Vida inocente que acunaste durante nueve lunas y sus soles
para que viviera feliz.
Entrometida la muerte se lo lleva, quien sabe dónde, sin
pedir permiso y te hace probar el acre sabor de la soledad.
Perfiles obligados a vivir juntos.
Tratando de encontrar respuestas donde no las hay.
¿Por qué la vida es azarosa?
Cuando crees tocar el cielo con las manos, la ausencia de un
hijo te hace chocar de frente con la peor realidad.
No elegí este camino para mí.
Te quería a mi lado eternamente.
Debieron esperar para realizar todo de manera ordenada y
natural.
Primero la madre, el hijo tiene la vida para desarrollar sus
proyectos.
Trascender a través de ellos.
Nada de ello ocurrió.
He quedado rota como la mujer de Simone de Bouvoiar, sin
saber cómo seguir donde no deseo estar.
Quiero verte hijo querido para darte un beso.
Deseo irrefrenable que tal vez no se concrete nunca.
Hoy elegí un poema de una gran mujer.
Escribía para ella.
A través de su hermana que decidió publicarlos accedió a la
fama.
“No es que el morir nos duela tanto
Autora: Emily Dickinson
No es que el morir nos duela tanto
Es el vivir – lo que nos duele más –
Pero el Morir – es un camino distinto –
Una variedad detrás de la Puerta –
La Costumbre Sureña –
del Pájaro –
Que antes de que lleguen las heladas –
Acepta una Latitud mejor –
Nosotras – somos los Pájaros – que se quedan.
Las Ateridas en torno a las puertas del Campesino –
Por cuya miga reacia –
Pactamos – hasta que las Nieves compasivas
Persuadan a nuestras plumas a Casa”
Es cierto, no es difícil morir, es dificultoso seguir con
vida. Cuando acechan las ausencias-
Querido mío, deseo me ayudes a llegar a vos.
Poco importa si está dentro de las posibilidades
inmateriales.
Preciso abrazarte.
No tolero la soledad.
Me niego a no escuchar tu voz llamándome mami.
El mejor vocablo que conocí gracias a vos.
¿Dónde estás?
¿Podré llegar a tu morada?
Con ti energía seguramente sí.
Temo no me reconozcas después de más de seis años.
Es preciso me recuerdes para poder continuar esta historia
de amor incondicional, lejos de suelo terreno.
Demasiado tóxico para
los dos.
Hijo querido, te amo como a nadie en cualquier punto del
universo.
Llegaré.
El instinto maternal logrará te encuentre.
Hasta entonces en estos enlaces maravillosos no dejaré de
pedirte, nunca olvides cuanto te quiere, mamá.
https://www.youtube.com/watch?v=fRaDUHeWJTc
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