Saturday, July 01, 2023

NIEBLA NOCTURNA



Buenos días hijo querido.

Te saludo en una mañana, desapacible,

fría,  con mucha neblina.

Ello me recordó uno de nuestros tantos viajes.

Rescaté una foto del archivo y es la que encabeza este contacto.

Estábamos en la casa de campo de tus abuelos maternos, cerca de la propiedad existe un lago, bordeado de pinos y con muchas piedras en el espejo de agua.

Er un atardecer con mucha neblina, la visibilidad era escasa.

Producía temor estar en ese lugar.

Muy cerca del lago se ubicaba la casa de un leñador.

Hombre rudo y tosco.

Quienes lo conocían le contaron a tu abuelo, que alguna vez estuvo en pareja.

El carácter poco amigable del leñador los separó.

Ella huyó del lugar, mudándose a un pueblo lejano.

Abandonado y vengativo, a todos le preguntaba si sabían el nuevo domicilio de su pareja.

Las respuestas recibidas siempre fueron negativas.

Pasaron varios años y él seguía buscándola.

Nunca la encontró, pero si a uno de sus hijos, a quien secuestró.

Las denuncias policiales no sirvieron de nada.

Jamás pudieron encontrar al pequeño.

El leñador se había mudado con el chiquito a un país vecino, donde nunca lo pudieron encontrar, pese a las intervenciones judiciales.

Quería al nene como si fuera su hijo y aquel lo llamaba papá.

Para que no lo vieran en el colegio, contrató maestros particulares, pues no quería que su supuesto hijo careciera de educación para que en el  futuro, fuera un hombre de bien.

Pasaban los años y la madre seguía buscando a su heredero.

Ella presentía estaban bien, pero no imaginó que el hombre que había sido su pareja, fuera el secuestrador de su pequeño.

Como siempre en estos casos las autoridades no encuentran aquello que no desean  hallar.

Padre e hijo eran felices en un mundo diferente.

Parra los quehaceres domésticos  contrató a una mujer, que vivía con ellos.

El leñador se sometió a varias cirugías plásticas para cambiar sus rasgos.

Cuando terminó con ellas decidió rasurarse, y dejarse bigotes y barba.

Estaba irreconocible.

El niño le decía, estás más lindo papá.

Era un hombre de excelente posición  económica dado que había recibido una herencia de un familiar, en sus épocas de leñador.

Conocía era buscado intensamente, al principio del secuestro del menor.

Cuando el nene terminó la escuela primaria, decidieron mudarse a otro país que no tuviera extradición con Argentina.

Así el adolescente pudo continuar con sus estudios secundarios y terciarios.

La madre jamás dejo de buscar a su hijo, quien había cambiado de nombre junto a quien creía su papá.

Pasado un tiempo, el hombre enfermó gravemente.

Presintiendo moriría optó por contarle la verdad al muchacho, quien lejos de enojarse, juró lo acompañaría hasta que llegara la hora  de la partida de su padre.

Tenían una relación excelente.

A los pocos meses el  ex  leñador murió.

El muchacho decidió regresar a Buenos Aires, para desarrollar su doctorado en leyes.

Para una madre no hay nada peor que perder a su hijo.

La casualidad logró el encuentro.

El instinto materno no falla nunca.

La mujer entrada en años lo encaró.

Por cortesía el muchacho la invitó a tomar un café, cerca de la Ciudad Universitaria de Buenos Aires.

El muchacho, escuchó atentamente a su interlocutora.

Respondiendo, él nunca había tenido madre, pues fue criado por su padre, dado que ella atendía a sus otros hijos.

Con cortesía le pidió se retirara, ya que tenía que entrar a clase.

Desconocida como madre, la mujer rompió en llanto.

El joven dijo:

 “Señora siempre fui ignorado por Usted.

Le reitero el amor de madre no lo llegué a conocer.

No insista más, he tenido un padre, me crió con amor.

Nunca la reconoceré como Usted quiere,

Le ruego no haga escándalo.

Si alguna vez quiso a mi padre, olvide mi existencia.”

Durísimo  para la mujer, su hijo no la reconociera como madre

Mi conclusión  es que todos los hijos son iguales, pese a la disparidad de caracteres.

No está en mí juzgar  las reacciones de los protagonistas de esta historia.

Hijo querido no busqué frases de desamor.

Prefiero recordar aquella niebla nocturna cerca de la casa de tus abuelos maternos.

Entre la niebla, la luna intentaba  brillar.

Hijo de mi vida entera, recuerda debes pasar nuevamente  por mis sueños, no encuentro otra manera para entregarte, los besos que no has recibido, durante estos años.

Deseo cristalizar mi mayor utopía, estrechándote en un abrazo sin final.

Mis manos a diario quieren reiniciar las caricias que no te han dado durante casi ocho años.

También te pido, especialmente, vengas en mi búsqueda.

Querido, mi etapa en suelo terrenal debe concluir rápidamente.

Es muy difícil permanecer donde no se desea estar.

A tu lado recuperaré atisbos de paz.

Es necesario erija mi morada final en una estrella cercana a tu hábitat.

¿Cuándo vendrás por mí?

Como es habitual en estas conexiones, hasta el último día de mi vida, he de reiterar mi pedido, por favor nunca olvides cuanto te quiere,

Mamá.

 

 

 

https://www.youtube.com/watch?v=mgzS-HndkJI

 


 

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