Monday, March 05, 2007

FLORES DEL ALMA

En los jardines flotantes de Babilonia, así deberían comenzar los cuentos de ésta consigna con la salvedad que los mismos no fueron flotantes sino colgantes.
Cada poeta los vio desde su óptica, están los que se sumergieron en la historia y recordaron a Nabucodonosor II que quiso conformar a su reina erigiéndolos cerca del palacio para que Amitiys no extrañara el verde de las colinas donde había nacido, que al caer la tarde pudiera caminar entre las flores exóticas que los adornaban.
Otros recurrieron a Semiramis, hija de una paloma que abandonó a su suerte a la cría hasta que un pastor decidió tomarla.Cualquiera de las dos versiones es válida, como también es cierto que a lo largo de nuestras vidas podemos construir nuestros propios jardines.
De acuerdo a nuestras posibilidades tendrán mayor o menor tamaño, los diferenciará de aquellos antiquísimos que el nuestro estará poblado de flores del alma, las que tomarán vida acorde a nuestra forma de ser.
Si somos presos del egoísmo, seguramente la tierra se volverá rebelde para devolvernos, tierra seca con alguna gramilla.
En cambio si mostramos el interior de nuestro ser, crecerán flores multicolores, arbustos y árboles nos brindarán su sombra, meditando debajo de ellos podremos encontrar todas las respuestas o casi todas ellas.
Es posible que nuestra imaginación nos haga observar a Semiramis cuando dolida debajo de un perfumado jazmín leyó la traición de su hijo decidiendo terminar con su vida.
Somos los diseñadores de nuestro propio destino, día a día vamos escribiendo el libro de la vida.
Algunos han sido dotados por la naturaleza para contar historias hermosas e inmensas, otros se conforman con compartir una forma de sentir, esperando la palabra de aliento que los anime a seguir, tratando de saltear la indiferencia que duele y talla la dureza que aparece en el corazón.
Tengo una misión en la vida, como creo la tenemos todos, la mía es seguir conjugando el verbo compartir, de esa forma dentro de mí edificaré juntando las piedras que aparezcan el cimiento para albergar árboles que pintaré con el color de la esperanza, floridas enredaderas que se aferrarán a la columna de los años, árboles vestidos con tonos verdes para que sus ramas abriguen los nidos de los pájaros que continuarán mi camino, de las paredes brotarán gotas de agua hasta convertirse en una cascada que canta, los canteros estallarán en mil colores, allí habré dejado la semilla para que nazcan las flores del alma.

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