Tuesday, May 15, 2007

CACAO Y DIAMANTES

Marcia llega en viaje de estudios a Costa de Marfil, reciben a la bella mujer blanca con flores, y cánticos.
En las afueras del aeropuerto la espera una camioneta todo terreno que la depositará en una población distante a cuatros horas del aeropuerto.
Moyen Cavally es su destino final, acomoda su equipaje en la camioneta, su cámara digital captura el paisaje, que cambia constantemente, a los lados de la ruta crecen impertubables árboles de todos los verdes que jamás imagino ver, las cebras con su traje rayado pastan cerca de la ruta.
El guía le comenta que son pequeños oasis del sur africano, aves exóticas por el calor de la mañana regresan al nido a cuidar a sus crías, el sol impiadoso se refleja en el gris de la ruta, de pronto la marcha se aminora deben cruzar un vado con precaución, el río torrentoso de aguas color león cambiará en su desembocadura para mezclarse con el azul del océano.
Llega al hotel, es confortable pero no lujoso, la cama aseada la invita a descansar, una ducha, corre el dosel de tul que la protegerá de los insectos.
El sueño es tranquilo, pese al calor logra dormirse, el zumbido de un viejo ventilador de techo la induce al sueño.
Se despierta sobresaltada, la oscuridad envuelve todo.
Es hora de preparar todo lo que llevará al día siguiente.
La bolsa que lleva la carpa es pesada, ríe al no poder moverla, no importa, mañana la subirán al móvil con la ayuda del guía.
Amanece, el sol tiñó el cielo de rojo preanuncio de un día caluroso.
Están a minutos del lugar elegido, se internan en una aldea habitada por mujeres y niños.Los hombres partieron hace meses a una mina de diamantes para explotarla.
Le asombra la delgadez de las mujeres, los chicos miran todo con avidez, están desnudos, no porque les guste o sea tradición del lugar, sencillamente no tienen con que vestirse.
Las mujeres son jóvenes, algunas están amamantando a sus hijos, debajo de las túnicas asoman vientres redondeados, otra vida está creciendo en sus entrañas.
Asombrados miran los caramelos que les obsequia Marcia, nunca habían visto alguno, el ruido del papel les arranca una sonrisa, vergonzosos se esconden para probarlos, hoy sus vidas gracias a la mujer blanca tienen un instante de dulzura.
Las mujeres niñas que no están en la aldea se dedican a cosechar el cacao.
Nadie entiende que no será alimento sino que la mayoría se exportará a otros lugares del planeta.
Allí solo unos pocos entienden de negocios y son muchos los que se acostumbraron a vivir con hambre en ese lugar tan lejano, olvidados por todos.
Jamás en sus vidas verán los destellos de los diamantes que sus padres sacan del corazón de la tierra.
Marcia pasado unos días se despide de todos ellos prometiendo volver con ayuda humanitaria, para que crezcan como son, seres humanos.
Hará lo que esté a su alcance y más para que esos niños descalzos, en un futuro no lejano sean hombres y mujeres como vos o yo.
De regreso al hotel habla con su jefe, entre llanto y emociones le confiesa: la misión fué cumplida te aseguro que éstos no serán mis últimos días en Africa.

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