Friday, May 18, 2007

LENGUAS DE FUEGO

La neblina se levanta de las aguas de Puerto Madero intentando cubrir todo.
La escasa visibilidad hace que las calles se encuentren desiertas, desaparecieron las hojas doradas del otoño.
Un ciclamen esconde sus flores blancas, se hace imperceptible a la vista.
Los árboles calzaron sus guantes grises para tapar su desnudez.
La bruma tapa la belleza arquitectónica de las construcciones que conforman el lugar.
Entre todos se destaca el edificio que ocupa un prestigioso diario.
Manuel, jefe de bomberos comparte el sabor de un mate amargo con sus compañeros, parece todo tranquilo, llama a su mujer para despertarla, le dice cuanto la ama y que tenga cuidado cuando lleve al jardín a su pequeño hijo.
A los pocos minutos comienza a sonar la alarma del cuartel.
Se preparan para salir , deben apagar otro siniestro.
El rojo de las autobombas quiebra la bruma, el ulular de las sirenas atraviesa el silencio de esta mañana otoñal.
A ellas se suman los patrulleros, más atrás un ejército de ambulancias asistirán la emergencia.
Varias líneas de agua atacan las llamas del quinto piso, el fuego desatado eleva sus lenguas rojas intentando rozar el cielo.
Mientras Manuel calza su traje especial, en su móvil lee el desesperado mensaje de su mujer, le indica que en el pasillo “B” del piso siniestrado, hay un armario de metal, en su interior en prolijos disquetes están almacenados los sentimientos de los poetas.
El elevador lo acerca a la ventana, una guía de espuma envuelve el famoso mueble.
Manuel escucha quejidos y lamentos, en el piso se forma un charco de lágrimas, no entiende, el fuego ha tomado todo, ese sitio mágicamente está protegido, las puertas del mueble no han sido alcanzadas por el calor.
Misteriosamente estas se abren los disquetes se transforman en personas, por el tono de sus voces intuye que son de distintos lugares del planeta, extiende sus brazos en un abrazo fraterno, los bomberos han extinguido el fuego, ha salvado el sitio donde se guardaban miles de relatos, aquellos que prodigan caricias al alma, los que cuentan historias fabulosas, otros que dejan ver la vida y sus miserias.
Está feliz, cumplió con el pedido desesperado de su mujer, en ese instante conoce la importancia de haber salvado un pedacito de alma de todos los escritores que alguna vez desnudaron su espíritu en un foro de cuentos.
Este rescate hoy no es histórico, cuando hayan transcurrido los años sabrán todos que el fuego es incapaz de quemar los sentimientos que se vuelcan en los cuentos.

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