Thursday, May 10, 2007

MONTE SINAÍ

Las lujosas habitaciones del Hotel Wadi esperan a los excursionistas que por la mañana ascenderán al Monte Sinaí.
Por los ventanales se observa la vegetación, los verdes de los árboles se confunden con las sombras de la noche, las flores dan un toque de aroma y color.
Marcia se aloja en el cuarto piso desde allí pareciera estar más cerca de las estrellas, esa noche brillan como nunca.
El conserje le acerca jugos de frutas.
La música envuelve el ambiente.
Prepara la filmadora, en su mochila carga los elementos que utilizará al día siguiente.
Se entrega al sueño, las sábanas de seda acarician su cuerpo.
Amanece.
Una suave brisa la despierta , en unos minutos se reunirá con sus compañeros de viaje, anuda sus cabellos húmedos con una cinta.
Entre risas excitados comienzan a caminar hacia una aventura inolvidable.
Casi cuatro mil escalones tallados en las piedras la separan de la inmensidad.
A mitad del ascenso todo se transforma, pareciera que la vida se hubiera apagado, a esa altura no encuentra el colorido plumaje de los pájaros, el rey es el silencio.
El monte comienza a mostrar sus cimas rojizas, nubes pequeñas de arena dorada los acompañan.
Están cerca del objetivo cuando concluya la caminata se producirá el estallido de la naturaleza el cielo se tornará más azul que siempre.
En un descanso un morador del desierto les indica donde pueden armar las carpas, pasarán allí la noche.
Marcia filma el lugar no quiere perder un solo detalle, intenta descansar el verdadero espectáculo será por la mañana, se abriga con una manta, imposible conciliar el sueño cuando se está tan cerca del universo, la luna le obsequia un destello de plata.
Por la mañana prescenciará uno de los instantes más conmovedores de su vida, el sol rojo lentamente ascenderá para colgarse del cielo, su luz como el fuego iluminará el monte sagrado, lágrimas de emoción ruedan por los rostros de los visitantes, un aplauso cerrado le da gracias a la naturaleza.
Repuesta de tantas sensaciones sabe que las imágenes que capturó con su filmadora la acompañarán siempre.
El descenso es tranquilo la belleza borró el cansancio.
De regreso en su habitación rotula la película, decide identificarla, se llamará “Mis últimos días en Äfrica”

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