Monday, May 28, 2007

CARTA DE UNA HIJA A SU PAPÁ

Querido papá:

Ayer soñé contigo, pero no de la manera deseada, sonriente como siempre, cálido, tu sonrisa mostraba la belleza de tu boca, tus dientes parecían perlas.
Necesitabas ayuda y no supe que hacer para que te sintieras cómodo.
Estabas en tu última morada, intentabas incorporarte y decirnos algo.
La muerte había transformado tu cuerpo en una piedra helada, sin embargo adiviné que querías hablarnos.
Turbada tomé el teléfono, pedí asistencia, creía que haciéndolo podrías regresar con nosotros.
Quise adivinar las palabras que no nacieron, tonta, necesité que volvieras a la vida para compartir nuestros sueños.
Necesitaba las caricias de antaño para sentirme viva, para admirar de tu mano las flores que habían adornado la casa vieja.
Te juro papi que sentí el aroma de ellas, pude ver sus colores, vi mariposas que aleteaban sobre los pétalos de cada corola rojiza, hasta un picaflor de alas azules como tus ojos bellos danzaba sobre ellas.
Papá no sé si este fué un aviso, sé que como las cenizas te fundiste con el viento, cuando por las noches admiro el cielo mi mamá me dijo que nos mirás desde una de ellas.
No sé si te dije cuanto te quise, siempre fuí rebelde, vos me decías que era un terremoto, sus movimientos que todo destruyen jamás podrán borrar el cariño que siempre te tuve.
Necesito de tus consejos sabios, tus caricias están ahora cerca de los ángeles que transitan los caminos del universo.
¿Sabés una cosa?
El cariño no lo puede borrar toda el agua de Buenos Aires, te diría que ni siquiera toda la masa líquida que acaricia el universo.
Estás prendido en mi corazón para siempre.
Si supieras cuánto te necesito no vacilarías pese a las tormentas y el lodo que trae el agua volver junto a nosotros.
Llevo una de mis manos al centro de mi pecho para acariciarte más allá de la vida.
Tal vez el agua que hoy arrasa con todo, trayendo el lodo de los recuerdos, nos encuentre unidos y pueda decirte una vez más cuánto te quiero.
Papá esta flor que te acompaña la dibujé para vos, el agua de Buenos Aires no podrá borrarla jamás.

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