Monday, January 14, 2008

LA ISLA DEL ENCANTO

Es una isla cálida, hoy, una ciudad cosmopolita que nada tiene que envidiar a otras que están en el planeta.
Camino por sus calles acompañada por la música del lugar, dan ganas de bailar, cualquier sitio es adecuado para sentir en la piel los sones de los tamboriles y las letras de las canciones que llevan a soñar.
Por la mañana estuve en la playa de arenas blancas, el agua turquesa dejaba gotas saladas en mis piernas, un desconocido me regaló una flor amarilla como el sol, la prendí de mis cabellos y nos pusimos a conversar.
Mi nuevo amigo tiene la edad del tiempo, aún así, trabaja en a biblioteca.
Me fascinan las historias, todas tienen un atractivo especial y escucharlas con su acento las hace más bonitas.
Me cuenta todo lo que ha visto en su vida desde que está en la isla, ha visto todo, parejas que daban rienda suelta al amor cobijados por los destellos de la luna.
El amanecer los encontraba en la playa de aguas cristalinas, con un caracol escribían sus nombres en la arena, una ola traviesa danzaba hasta llevárselos al fondo del océano.
Esta tarde nos encontraremos en su lugar de trabajo, quiere mostrarme un video que filmara hace mucho tiempo.
Llego al hotel, mientras espero el almuerzo, admiro las flores que adornan la mesa.
Los ventiladores de techo giran sus aspas, parecen pájaros queriendo salir del lugar para volar en libertad.
La música ameniza el sitio.
Todo se conjuga para que pase uno de los días más felices de mi vida, esos que uno trata de enrejar en el corazón para tenerlos siempre.
Subo a mi habitación el aroma de las flores recién cortadas incita a soñar.
Consulto mi reloj, Juan me está esperando.
La biblioteca se emplaza en una edificación colonial, allí se encierran los recuerdos.
Juan prepara café, el humo que se desprende de la taza forma distintas siluetas, solo basta imaginarlas.
Ahora me muestra un video de antaño, en las suaves colinas que tienen todos los matices de verde, se observan puñados de casitas de techos rojos como la pasión, mujeres cerca de los morteros preparan las semillas que adobarán las comidas.
Hombres de torso desnudo llevan en sus hombros los frutos de los plátanos, algunos serán vendidos en el mercado, otros quedarán en las casas para transformarse en alimento.
Bajo la sombra de un árbol espera un caballo manso, agua fresca y cristalina saciará su sed hasta mañana, día de cosecha.
El video me muestra niños, en su mirada adivino la esperanza inocente que crece con ellos.
El crepúsculo llama a la reflexión, el cielo se tiñe de rosado y violeta, una alondra lleva alimento a su nido.
Me despido de mi amigo con un abrazo, quizás no volvamos a vernos, debo regresar a mi país que alguna vez fue el suyo.
Esta visita enriqueció mi espíritu, mi alma llevará siempre tallada, este magnífico recuerdo

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