Wednesday, January 30, 2008

PEQUEÑA VENGADORA ( El final de la historia)

Hoy es mi cumpleaños número veintiuno, quizás muchos te Ustedes no me recuerden, soy la hija de la última víctima del “Asesino noctámbulo”.
Quiero que sepan que no maté por gusto, quería vengar la muerte de mi madre y la de otras víctimas inocentes.
Mamá era un ser delicioso, éramos amigas, la arrebataron de mi lado cuando era una niña.
Todos estos años viví con mi abuela en una zona rural, tuve que dejar la escuela, a los doce años comencé a trabajar en el taller de costura de mi abu.
Aprendí a confeccionar vestidos que lucirían mujeres bellas, mi pasión era bordar con cristales y lentejuelas los corset de los vestidos de fiesta.
Enhebrar cuentas me llevaba cerca de mi mamá, ella nunca pudo lucir un bonito vestido.
Sola, me crió la abuela .
No me arrepiento.
Hace años maté a un hombre que gozaba quitándole la vida a las mujeres que trabajaban de noche.
Era un ser despiadado, aún en pesadillas recuerdo sus ojos claros llenos de odio, rencor.
No tuve fiesta de quince, las ganancias del taller no lo permitían, fui feliz a mi modo.
Siempre acerqué flores a la tumba de mi madre.
Hace un tiempo, conocí a un joven, la atracción parecía querer llamar al amor.
Cuando lo veía mi corazón brincaba de alegría.
Aparentemente no iba a visitar a ningún ser querido, simplemente paseaba por el cementerio, dejaba flores en lugares diferentes.
Con el envoltorio de las flores en instantes confeccionó una para regalarme.
La llovizna persistente, llamó al viento, éste hacía gritar los truenos, sobre mis hombros puso el piloto, nos dirigimos a su casa, quedaba enfrente del cementerio.
Mientras él preparaba un té para agasajarme, sobre el hogar donde crepitaban los leños, encontré un portarretratos.
Desde la foto, esos ojos pedían venganza, no fue difícil reconocer al asesino de mi madre.
Al principio nuestra relación de amistad era sencilla, me cuidaba, pero para mi era una tortura ver la foto de su padre, revivía los últimos minutos de vida de mi madre, el ser que más amé.
Sin explicaciones quise irme, me llevó a mi casa.
Mi vida era sufrimiento, por un lado quería unirme a ese hombre, pero los sentimientos encontrados hicieron nacer la desconfianza.
Igual que el asesino noctámbulo, no tenía trabajo fijo, sin embargo el dinero parecía sobrarle.
Hoy se cumple otro aniversario del fallecimiento de mi madre, mientras arreglo las flores, el agua se tiñe de rojo, tengo miedo, estoy arrodillada, le suplico a mamá que me proteja, sé que ella me escucha.
Una mano hace presión en mi hombro, es Él, acaricia mi rostro, sus manos vigorosas, se aproximan a mi cuello, las caricias se convierten en tormento.
Me falta la respiración, observo su mirada helada, no es la misma que conocí, lágrimas heladas cubren mi cara.
No recuerdo nada más.
Mi madre me recibe en sus brazos, nos rodea una paz infinita.
Aquí, tal vez, comience a repetirse la historia.

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