Saturday, January 26, 2008

SIN ROSTRO

Un incendio había dejado marcas en su rostro.
El cirujano plástico le había prometido que en un año tendría su cara totalmente reconstruida, para ello debería someterse a una serie de operaciones.
Recientemente había llegado de un país europeo un producto que reemplazaba la piel humana con éxito.
Así comenzó el calvario de este hombre, durante el día debía usar una máscara de látex, que ayudaría a sostener las cicatrices, sus ojos inquietos observaban todo.
Durante ese año, se alejó de los pocos afectos que tenía, no quería ver ni siquiera a sus seres más cercanos.
Él, que había sido un hombre exitoso, ahora permanecía por propia voluntad en la más absoluta soledad.
Desde la ventana de su casa miraba los cerros, el estío había producido un estallido de flores y colores.
Las vería de lejos, adivinando su fragancia.
A los pocos amigos que le quedaban les dijo que emprendería un viaje, ignoraba la fecha de regreso, aún así se mantendría en contacto con ellos a través de la red.
No podría sentir los brazos de su amada cuando lo aprisionaban en un abrazo interminable, tendría que desistir de sus besos hasta que la ciencia hiciera lo suyo.
En ese estado cercano a la locura, siguió participando de muchos espacios, para que no lo descubrieran utilizó otros apodos.
Cuando presentía que habían descubierto al autor de los artículos, volvía a mutar, adoptaba nombres de mujer, la escritura lo delataba.
Al final de la primavera se llevaría a cabo la última intervención quirúrgica.
Preparado para ingresar al quirófano, observaba los pájaros que tímidamente le hacían llegar sus gorjeos, parecían los susurros de los ángeles que jamás lo habían abandonado.
No sabía rezar, tampoco podía hablar con Dios en forma coloquial, descreía de todo, para pedir por su alma solitaria.
La operación fue un éxito, médicos y pacientes aparecían en todas las portadas de los diarios, debían dar a conocer al mundo los avances científicos.
Todo fue efímero, intentó recuperar sus afectos, no logró su objetivo, durante ese año de tortura los había perdido, tampoco le creían sus seres más cercanos.
Vivir en ese mundo irreal lo había transformado en un ser solitario.
Tal vez si hubiera pedido ayuda, si hubiera mostrado tan solo un rasgo de cordura, de amor, hoy no estaría muerto.

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