DESOLACIÓN

Quiso amarlo más que a nadie y le devolvió el corazón roto.

En las manos quedaban aún restos de la sangre que alguna vez había alimentado su alma, en cada gota se iba una parte de la vida.

Su mente solo interrogaba.

¿Para qué había servido el esfuerzo?

¿Por qué le había regalado tanto amor?

Nada tendría respuestas.

Era una sombra, recordaba el momento en que todos admiraban su sonrisa, las palabras que brotaban de los sentimientos, los halagos efímeros de una realidad cimentada en la fantasía.

Afuera el tiempo era cómplice, el sol se había escondido, tal vez para siempre.

Vagos en su mente se esfumaban los recuerdos, ni siquiera podía encarcelarlos para convertirlos en compañía.

No siempre dar generaría devolución.

En ese instante comprendió muchas cosas, sabía que la vida no había pasado en vano, tuvo momentos buenos y de los otros, el destino así lo había diseñado.

De la casa solo tomó los documentos, un abrigo le ayudaría a mitigar el frío.

Lloraba desconsoladamente al darse cuenta que para el alma el único calor es el que otorga el amor, ese que había quedado tan lejos, pero había marcado su corazón para siempre.

El viento como un latigazo lo hizo reaccionar, tendría que comenzar desde cero, dejando de lado el cansancio, edificar otra vida en otro sitio, allí, donde nadie conociera el pasado que hacía tiempo se había instalado en su alma.

Sabía que era difícil olvidar, lo intentaría, de lo contrario esa sombra que acechaba sus días, extendería sus brazos, para arrastrarlo a la muerte.