La vida sigue, fortaleciendo lazos hasta convertirlos en indestructibles, son los que se forman con los sentimientos.
Atrás quedaron los buenos deseos.
Afuera la llovizna es persistente, de a ratos las gotas son blancas, juegan, forman un manto blanco sobre los techos, las más osadas bailan sobre los parabrisas de los autos.
Las hermanas, suavemente se posan sobre la cima del Cerro Blanco, está tan cerca que la imaginación hace que mis manos imaginariamente se extiendan para acariciarlo, así como el agua, salpica sus piés descalzos.
Una gaviota solitaria dibuja círculos muy cerca del cielo, no le teme al viento, que propicia su vuelo.
Pasa el tiempo, pero siempre queda el recuerdo compartido.
Miles de historias se han tejido laboriosamente, cada letra es como la cuenta de un rosario sin fin, con algunas hemos dejado escapar una lágrima, otras nos han traído la risa oportuna, esa que hace sonreír el alma que supimos acariciar.
Sigue escribiendo, hilando palabras , para conformar un cuento.
Piensa en todo lo recibido durante el tiempo compartido.
Hubo días de sol que invitaban a caminar por la playa, a mitad del recorrido se desataba alguna tormenta, los truenos gritaban, no se asustaba, buscaba un refugio para no mojarse, desde allí miraba los relámpagos, como saetas violetas engalanaban un cielo plomizo.
El viento silbaba, cada vez más fuerte, con ello lograba despejar el firmamento.
Ella seguía abstraída en sus pensamientos, soñando.
Una niña hermosa de ojos del mismo color del océano, se acercaba lentamente, detrás con sonrisas de caramelos la seguían sus hermanos.
A coro dijeron, mami llegó la hora de volar hacia otros destinos.
La vida seguirá por otros senderos, en algún punto volverá a encontrarse con todos aquellos que demostraron su cariño siempre
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