Saturday, August 25, 2018

BRILLA ENTRE LOS ÁRBOLES





Los sueños son disparatados.
La mente nos aleja de tiempo y espacio.
Se dan episodios que en la realidad tienen cierto ordenamiento.
No se puede dominarlos.
La creatividad generada en los mismos es difícil de explicar, incluso para los especialistas que han recorrido un largo camino por la neurobiología evolutiva.
Cada terrenal es único e irrepetible.
No se trasladan los comportamientos tan disímiles.
En ocasiones soñar, es como un juego siniestro.
Aparecen situaciones tan reales como nítidas que la angustia se repite como si aquello que sucedió, estuviera pasando en la actualidad onírica.
Cada noche le pido al dios de los sueños Morfeo, me otorgue la gracia de soñarte.
A veces cumple con mis pedidos que no son pocos.
Debo decir que cuando ello pasa, estás bien.
En los rasgos de tu bello rostro no hay signos de sufrimiento.
La sonrisa permanente, da luz a la profundidad de tu mirada que habla sin necesidad de utilizar el don de la palabra.
Añoro esos largos diálogos.
Me llenaban del amor más puro que existe en la tierra.
¿Recordás, uno de los tantos días en los que me acompañaste al médico?
Antes de terminar la consulta que te tenía tan preocupado, a la profesional se le ocurrió que hiciéramos un ejercicio astral.
Por curiosidad accedimos.
La primera parte consistía en estar tomados de la mano uno frente al otro, mirándonos.
Tus sonrisas sugerían complicidad.
En la segunda parte, estábamos, uno detrás del otro.
Vos representabas el futuro, yo el pasado.
Varias veces, tu mirada me buscaba.
Nos reímos cuando salimos de la consulta.
La conclusión de la profesional es que mirabas el pasado.
Con firmeza le comenté que el diagnóstico era erróneo.
No mirabas el pasados, solo querías saber si estaba detrás tuyo.
En el viaje de regreso a casa, nos acompañó la risa constante.
El supuesto ejercicio astral, no había levantado vuelo.
Tenemos muchas anécdotas compartidas.
Anoche necesitaba soñarte, en realidad es una necesidad cotidiana.
Quiero contarte mi sueño.
Estaba en un sitio semejante a un desierto conocido.
Los días son calurosos, las noches heladas.
No hay plantas ni árboles en esos espacios, tampoco se da la existencia de pájaros.
En mi sueño loco, un grupo de árboles, se erguía en el medio de la nada.
Afirmo que no se trataba de un oasis.
Las copas de aquellos se balanceaban con el propósito de alejar blancas nubes intentando ocultar la luna plateada.
Un viento muy particular pues no se levantaban las típicas figuras de dorada arena cuando Eolo hace su aparición.
Una bandada de pájaros negros volaban hacia la cara redonda de una luna llena que debía alumbrar otros horizontes lejanos.
Parecía estar recostada en la tierra.
Necesitaba descansar con el objeto de mostrar su hermosura en otro hemisferio.
Como si fuera un lujoso telón, tras ellas aparecían las primeras luces rosadas del alba.
La claridad comenzaba a mostrarse en el azul más claro del firmamento.
Pude visualizar tu rostro amado entre las sombras de la superficie lunar.
Quería detener el tiempo en ese preciso instante.
Imposible.
Mi enemigo en estado de alerta, para que mis deseos no se cristalizaran, comenzó con sus artilugios provocando ruidos, en mi refugio.
El sentimiento de desagrado es mutuo.
He escrito en otras ocasiones que pierde su esencia conmigo.
Nunca logrará que a mi ser llegue el olvido o la falta de memoria.
Sigo aquí, en suelo terrenal, por sus caprichos.
¿Tiempo, sabés que en el amor no se manda?
¿Alguna vez recibiste cariño o solo rechazo?
No me causas absolutamente nada.
Mi hijo me enseñó a esperar.
Tesoro, no te preocupes.
Mi enemigo no es tan valioso.
Eligió para esta madre una condena.
La espera.
Mientras sus devaneos transcurren vuelvo a pedirte, que jamás olvides cuanto te quiere tu mamá.


https://www.youtube.com/watch?v=3xtN-u4NLHo

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