Tesoro ¿Has notado que transcurren los días y no he utilizado la máquina del tiempo?
Como imaginarás mi destino es ubicarme en Holanda.
No la de hoy sino la de la época en que vivió mi pintor favorito.
Vincent Van Gogh.
En su locura producida por la soledad de la no correspondencia de su gran amor, se dedicó a la bebida.
Quizás haya pensado que el alcohol podía ahogar sus penas de amor.
Pese a su ebriedad, tuve la suerte de entrevistarlo.
So bien su figura tambaleaba al dar unos pasos, sus pensamientos eran más claros de los que puede tener un ser sobrio.
Les pido a mis lectores que imaginen que estoy transitado otro siglo.
La mansión que habita es fabulosa.
Antes de llegar a su interior donde aún se encuemtran telas sin marco, es necesario atravesar un jardín poblado de tulipanes,
Flor que es difícil de encontrar en otros partes del planeta.
La casa pareciera no tener vida.
No se encuentra nadie en su interior.
En otras ocasiones pude escuchar su voz contando el amor que tenía hacia una niña que jamás se convertiría en su esposa.
Con rastros implacables del tiempo pasado, en la galería descansa su atril, resguardado de las luces de los dorados rayos de sol.
En la tela, pinceladas de matices sepia.
El pincel está tan rígido como su dueño que se suicidara días antes.
Acuarelas resquebradas por el paso del tiempo.
Teo, su hermano puso un cuidador.
Le pido ingresar por última vez.
La casa es uu desorden propio de algunos artistas.
En mi viaje anterior, había relatado tu retrato.
No llegó a concluirlo.
Pese a ello tal hubiese adivinado que regresaría, enmarcó la tela, para usar en una de las paredes junto a otras obras que no concluyó.
Conmovida ante los rasgos de tu mirada que solo un artista puede interpretar, intento ahogar mi llanto,
Mi vida, sé que te producen daño.
Siempre será así.
Te pido perdón por no poder evitar el estado de conmoción.
Estás tan hermoso como sos.
No quiero que nadie me vea mi llanto.
No busco piedad sino comprensión.
Salgo por los jardines del parque del fondo.
Mi transporte espera, cerca de uno de los típicos canales holandeses.
El camino a recorrer para regresar está poblado de tulipanes de diferente color.
En los canteros de flores con el color del sol, observo a una joven mujer.
El vaporoso vestido se ajusta con un lazo a su cintura.
La confundo con “La mujer de la sombrilla” de Claude Monnet, discípulo de Vincet Van Gogh,
Residente en París, se comunicaba a diario con su amigo.
Le rogaba vitera a Teo.
Ppronto se convertiría en el padre del primer sobrino del artista.
La vida por nacer no le interesaba.
Su corazón estaba solo para dispensarle amor a una adolescente de quien podría haber sido su padre.
Los sentimientos pudieron más.
En soledad, mi pintor favorito se suicidó, desangrándose.
Cielo de mi alma conocés esta historia, tanto como yo.
Por ello en estos días de agosto, tan difíciles para mí, quise recrearla.
A vos te agradan otro tipo de pintores,
Refiero a los actuales.
No los surrealistas como Salvador Dalí, sino aquellos que usan la pintura para realzar a belleza que regala la naturaleza.
No solo nos une un amor inconmensurable. Sino el efecto de compartir las artes en general.
Nuestras vidas siempre estarán plagadas por estas caricias para el alma.
Por toda la eternidad sierre seremos un solo corazón que late para quien desee escucharlo.
El amor no se puede dimensionar.
No he perdido las cualidades mentales.
No sos mi obsesión para quienes crean que existe esa posibilidad.
Sos el hijo que siempre quise tener.
Por tus cualidades y luminosidad.
Sabés que te amo cada día un poco más.
Todos mis relatos te tienen como destinatario.
Nos elegimos para siempre. Una vez más te pido que nunca olvides cuanto te quiere tu mamá.
https://www.youtube.com/watch?v=bqh0Vr0JmY8
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