Wednesday, August 22, 2018

BRUMAS EN MI ALMA









Quiero contarte una historia que está emparentada con la realidad que vivo desde hace casi tres años.
En la mitología griega de hace tres milenos, la teogonía y los cantos homéricos cuentan que Caos, hijo de Nix, la diosa de la noche que vivía en el Reino de los Cielos, engendró a su hijo incubando un huevo.
Posteriormente los poetas como Hesíodo, darían credibilidad a ese nacimiento, tan particular.
Tres mil años después el nombre del Dios de las Brumas, tendría la connotación de la palabra afirmando que el Caos original significaba desorden, virulencia.
Tesitura que no está demasiado alejada de la actualidad que el destino eligió sin consultarme, para llevar tu materia a otras dimensiones.
La fantasía suele acercarse a la existencia cotidiana.
Te preguntarás ¿Por qué elegí a esa deidad lejana para esbozar los tiempos que me tocó vivir?
Es simple, mi vida se convirtió en un caos desde aquella géida mañana de agosto en el que tuve el horror de presenciar aquello que ambos sabíamos.
Mi mano apoyada en tu pecho, sentía la debilidad de los latidos de tu corazón cansado por la tortura a la que fuiste sometido.
El ultraje hacia vos duró quince días.
Las palpitaciones dijeron basta al dolor innecesario que surge cuando no hay nada más que hacer ante un ser yaciente.
Harto del padecimiento, tu noble corazón dejó de latir.
Mi mano izquierda sintió el terror del silencio ante lo inevitable.
Desde entonces mi paso por la existencia se convirtió en un caos.
Jamás una madre puede asimilar un dolor tan profundo como la partida física de su hijo amado.
Los paisajes se convierten en espesas brumas.
Solo tu luz puede disiparlas.
Nada es igual.
La brillantez de cada día se transforma en brumas o tinieblas que sufren la metamorfosis de las tinieblas.
Solo tu luz es capaz de cambiar esas postales demoníacas.
Sien esa claridad que derrochás de manera cotidiana estaría sumergida, en la oscuridad de los abismos que sin desearlo cayeron sorpresivamente en esto que se parece a una vida.
Necesitaré muchas otras para agradecer tus esfuerzos por rescatarme de esos pozos inciertos nunca imaginados.
Quiero imaginar que estás bien, habitando otros planos desconocidos.
Anhelo llegar a ellos para abrazarte y darte alguno de los besos que seguramente añoran tus mejillas heladas en un instante.
Comprenderás que el amor de una madre jamás puede acostumbrarse a tu ausencia.
A esta altura de los acontecimientos no me alcanza saber que vivís en mi alma por siempre.
No me basta saber que como mamá no soy la única que atravesó circunstancias tan cercanas a la tragedia de no tener al hijo que esperó durante nueve lunas.
Espantoso el tiempo intenta señalar que no estás.
No, físicamente.
Nadie podrá separarnos.
Me gustaría regalarte otro tipo de letras.
No deseo alimentar tu agobio.
Ambos sentimos la misma angustia.
No existe adjetivo calificativo que pueda nominar la ausencia del ser que más se ama en la vida terrena.
¿No entiende el destino que sus esfuerzos son vanos cuando intenta alejarnos?
Te aseguro que no logrará su cometido.
Más allá de la eternidad mi existe el olvido.
El amor maternal traspasa cualquier frontera.
Sabés que mi amor se alimenta con tu presencia en el alma.
No existen los condicionamientos de ninguna especie.
Puedo asegurarte que nadie podrá alejarnos.
La fuerza del amor todo lo puede.
Mi tesoro quiero que sepas que dentro de las limitaciones que produce el horror de la tragedia, nadie, jamás podrá alejarnos.
Las brumas que insisten en estar alojadas en mi alma desaparecerán en el momento que se produzca nuestro reencuentro.
Brillarán nuevamente los dorados rayos de Febo.
Los crepúsculos de colores magentas y púrpuras serán majestuosos cuando estemos juntos.
Con fuerzas aparecerán las rutilantes estrellas en nuestro cielo.
La felicidad no será solo una utopía.
Sabés que ayer no tuve un día soñado.
He visto seres humanos dando sus últimos hálitos de vida.
Pido piedad para ellos.
Conozco el sufrimiento, por haberte visto padecerlo.
Es irónico, quienes desean seguir en la tierra saben que la condena está demasiado cerca.
No tienen fuerza.
A mi familia chiquita y a vos siempre les ruego no me dejen llegar a instancias tan crueles.
Dice un viejo axioma que una golondrina no hace el verano.
Es cierto.
Quiero imposibles.
No deseo un mundo de humanos enfermos que conocen el final que se aproxima.
Lo aprendí de vos.
Deseabas aferrarte a la vida.
¿Qué sane el destino de sentimientos, no los sentimientos?.
Es necio pero no tonto.
De mil maneras le hice notare mi desprecio.
¿Valdrá la pena?
Mi tesoro, sabes que te amo con intensidad, la misma con la que te extraño.
Te quiero más allá de la muerte.
Mi chiquito por ello siempre repito que nunca te olvides cuanto te quiere tu mamá.

https://www.youtube.com/watch?v=spTMICIuJD4

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