Saturday, August 04, 2018

CICERÓN, VOS Y YO






Seguramente te preguntarás el por qué del título de este envío tann nuestro.
Anoche mientras escuchaba un programa de escritores, lo nombraron al pasar.
Comprendo que en un programa radial los minutos de aire son valiosos.
Mencionar a Cicerón como si fuera un intelectual que recién está dando sus primeros pasos es un error de proporciones enormes.
En nuestras conversaciones solíamos hablar de este gran jurista, poeta y orador de la República Romana, antes del nacimiento de Cristo.
Sus cartas a Ático fueron trascendentes, vigentes al fía de hoy.
Recuerdo como si ocurriera en este instante tus conversaciones con mi papá, a quien le preguntabas sobre episodios que traspasaban tu edad.
Tu pregunta recurrente es ¿Por qué la justicia lleva en una mano una balanza, en la otra un arma blanca que en algunos casos puede ser una espada o una hoz?
¿Por qué sus ojos están vendados?
Cientos de veces realizabas la misma pregunta dado que sabías que la respuesta te aportaría conocimiento y una historia que te atrapaba.
El abuelo no podía equivocarse.
Allí estabas para señalar,”No abu, ahora viene la otra parte”.
Sabías de memoria la respuesta y no permitías que se cambiara una sola palabra.
Recuerdos que acaricia el alma costrita por las heridas sangrantes de una ausencia que no debió ser.
Cuando tengo tiempo para pensar en algo que no esté relacionado estrictamente con vos, vienen a mi mente esas conversaciones donde tu curiosidad nunca tuvo fun.
Ávido por conocer un poco más siempre preguntaste por qué la justicia era representada de la forma en que la conocemos.
Tiene los ojos vendados para no padecer a quienes la vulneran día a día en pos de afianzar sus mezquindades personales.
Vulnerada por aquellos que creen que poseer bienes materiales se puede comprar todo.
La justicia no tiene precio, debería ser igual para cualquier mortal en cualquier punto del orbe.
La balanza que sostiene en una de sus manos significa lograr el equilibrio para todos sin importar más que la igualdad de todos los terrenales.
La espada o sable la lleva con el objeto de defenderse ante los continuos ataques que recibe.
Tengo la certeza que si el destino te hubiera dado más tiempo entre nosotros, hubiera escuchado tus palabras de gran orador.
Tu léxico era poco común.
Tenés la percepción de atraer por la sensibilidad de tu carácter a personas que te siguen por tu luminosidad.
Poco tiempo después de tu partida, descubrí poesías de tu autoría.
Embargada por la emoción, luego de leerlas, las guardé en un archivo al que nadie puede acceder.
¿Por qué tomé esa decisión?
Es simple, jamás te leí un correo sin autorización previa.
Es nuestra manera de manejarnos en la vida i la eternidad.
No somos espías.
Nuestra relación es la que tiene cualquier madre con su hijo.
Cuando leí tus poemas, además de llorar, me di cuenta que no soy una escritora sino una escribidora.
Escritor es aquel que puede expresarse a través de las letras, en todas las formas literarias.
Nunca escribí poesías.
Hay que tener paciencia y respetar el ritmo de la escritura.
Tanto tu abuelo como vos, pueden hacerlo con una facilidad que asombra.
Muchas veces me pregunto ¿Por qué no puedo intentar escribir un poema?
La razón es simple y sencilla, prefiero dedicarte este tipo de textos.
Tenía un compañero en un prestigioso diario de mi país que me decía siempre “Decidite de una vez, comenzá con las poesías, tus textos son poecuentos.
Lo único que puedo aseverar con firmeza es que desde hace casi tres años, solo escribo para vos, en mi espacio.
No me importa que mis textos no salgan publicados en la revista dominical del periódico que antes mencionaba.
Eso corresponde al ayer.
Tampoco voy a publicar ningún libro.
Es un proyecto de los dos.
No quiero abordarlo en soledad.
Sería vulnerar tu memoria.
No importa su algunos lo hacen, no tienen obligación para atarse a un recuerdo.
Solo produce más dolor cuando las promesas a un ser desvalido que se estaba despidiendo de la vida terrenal se transforma en una burla son atenuantes.
Sabés que he cumplido con cada uno de tu mandatos.
En ellos incluyo el último con el que conviví durante treinta y nueve días posteriores al final.
No quería dejarte en absoluta soledad.
Dios sabe que es así.
Te pido perdón si me faltó hacer algo para retenerte en la vida terrenal.
Mi único anhelo es estar con vos.
No soporto las esperas que son una carga, debo aceptarlas conociendo que no tengo demasiadas alternativas.
Este envío tiene un título especial.
Tan especial como sos vos.
Tesoro sabés que te amo cada día más.
No creas que omitiré mi diario pedido.
Nunca olvides cuanto te quiere tu mamá.

https://www.youtube.com/watch?v=1MuLZlYdqas

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