Tuesday, June 11, 2019

DESESPERACIÓN



En ocasiones es difícil separar los sentimientos.
Se pasa del desamparo al dolor.
En esos instantes aciagos, recurrentes desde tu ausencia tan injusta como inesperada, deseo salir de mi refugio.
Busco oxígeno en una caminara.
Intentar despejar la marea constituida por pensamientos dolorosos no es una tarea fácil.
¿Qué camino tomar para encontrar un poco de paz y sosiego?
¿Existirá la posibilidad de pensarte esbozando una sonrisa?
¿Por qué el camino se ha convertido en un sendero tenebroso que asfixia?
¿Son naturales estas contradicciones que no me dejan clarificar las ideas?
¿Por qué ante era un cúmulo de esperanzas y creencias y ahora n, no?
¿Estás en algún lugar, desconocido para mí?
¿Has podido ver la luz derramada por los dorados rayos del sol?
¿En ese mundo solo accesible para los muertos, existen los días y las noches?
¿Cómo se desarrollan tus horas allí?
¿Predomina la luz o la oscuridad?
¿Nos podremos ver alguna vez?
¿Qué camino elegir para dejar las rejas de esta cárcel sin rejas que oprime el corazón?
¿Cómo utilizar el razonamiento?
¿Estaré perdiendo la cordura?
Mi médica afirma que no.
El duelo es tan penoso como extenso.
Lo más probable es que nunca, jamás termine de elaborarse.
¿Dónde radican las entelequias?
¿En que enclave se esconden las verdades que no puedo avizorar?
¿Por qué tantas dudas?
¿En el caso de volver a encontrarnos, podrías reconocerme?
No estoy sola.
Te llevo dentro de mi ser.
Mientras camino sin destino concreto, observo una mujer.
La imagen es perfecta para expresar la desesperación.
Lejos en el horizonte se está ocultando el sol.
Las nubes intentan sin éxito, quitarle protagonismo.
El lugar no es ninguno en especial.
Duele la soledad de quien añora a su hijo perdido.
No sé quien es la mujer.
Está arrodillada en alguna parte.
No podría precisar cual es.
Tiene sus manos extendidas en un gesto que implica una plegaria.
Puedo imaginar la peor de las situaciones.
Estoy relativamente cerca.
Aún así no alcanzo a visualizar a esa mujer de ensortijados cabellos.
Advierto su rostro bañado en lágrimas.
Está como yo, presa de los sollozos generados en las almas heridas.
Puedo sentir la respiración entrecortada por el espasmo del llanto.
No deseo me vea.
Respetaré su silencio.
Esas lágrimas que ruedan sin cesar.
No tengo dudas.
Está solicitando a su dios, tener atisbos de paz.
Me alejo un instante.
Estoy perturbada.
Mis manos empalidecen.
Necesito sentarme un momento en uno de los bancos de madera existentes en ese espacio.
No se trata de una plaza.
Es un sitio abierto.
A lo lejos iluminados por la estrella más grande del universo puedo ver la copa de los árboles con sus hojas doradas por el otoño a punto de caer.
¿Es posible esté escuchando una voz murmurándome al oído?
¿Será una alucinación auditiva?
Uno tras otro los escalofríos recorren mi espalda.
¿Tengo miedo?
No.
Si tuviera que definir mi estado con un solo adjetivo, sin dudarlo elegiría, tranquilidad.
La voz irreconocible sin que sea solicitado comienza a explicar la situación “Esa mujer que vez arrodillada frente a ti, ha perdido a si hijo en circunstancias dolorosas.
Desde entonces su vida discurre entre sentimientos enfrentados.
Hasta hace poco tiempo pensaba en la existencia de otros mundos.
Tenía el anhelo de reencontrarse con su hijo muerto.
Algo sucedió que comenzó a tener dudas.
¿Cuáles?
Es mi pregunta.
La voz solicita no ser interrumpida hasta que termine su alocución.
¿Por qué no puedo satisfacer mi curiosidad?
Al no recibir respuesta decido permanecer en silencio.
Esa dama apoyada sobre sus rodillas, tiene las manos extendidas hacia el cielo.
Implora al destino se la lleve de la tierra.
No encuentra razones para seguir caminado este suelo,
Las tiene.
El profundo dolor, impide las vea.
La he visto conmoverse ante el padecimiento de otros.
Es vulnerable.
Todos lo somos en alguna medida.
Ella a empeorado desde la pérdida del ser que más amaba en la vida.
No puede aceptar aquello que es irreparable.
Sus heridas no cicatrizarán nunca.
Duelo difícil si los hay.
Antes de concluir sus palabras afirma que ella se sostiene en la fe.
(No puedo romper el silencio.
Lo haría para decir que yo he perdido una a una todas los pensamientos que no pueden comprobarse a simple vista.
Debo callar)
Antes de retirarte, la voz desconocida murmura: Esa mujer que observas rezando al infinito, es ti propia imagen”
Jamás creí tener en el cuenco de mis ojos cansados, tanto caudal de lágrimas.
Estoy sola en medio de la nada.
No existe la figura de ninguna fémina.
No puedo recuperar la paz soñada.
Evidentemente esa voz desconocida tenía razón.
Pese a las diferencias físicas puede ser que la visión haya sido esa que me explicaron.
¿Cómo saberlo?
Nunca he rezado.
Puedo aseverar que hace unos meses mantenía conversaciones, afables y respetuosa con ese ser superior.
En mi vida, la causa de cuestionamiento siempre será tu muerte.
No fui capaz de cuestionar los dogmas transferidos por los mayores desde pequeña.
¿Alguna vez seré abandonada por las vacilaciones?
¿Sabías que no produce confort navegar en un mundo de dubitaciones?
¿Tendré la posibilidad de aceptar esas opiniones con las que conviví tanto tiempo?
¿La paz golpeará las puertas de mi refugio?
¿Será ese el vehículo para poder encontrarte en un futuro cercano?
¿Cuándo volveré a verte en mis sueños?
Te extraño, te necesito a mi lado.
Intentaré no llorar demasiado.
No quiero herirte.
¿Podré dejar el estado de desamparo y desesperación capaz de abatir al más fuerte?
Preciso darte un beso.
Como en cada una de estas conexiones mágicas, vuelvo a pedirte, por favor nunca olvides cuanto te quiere tu mamá.

https://www.youtube.com/watch?v=cLOyt9eKksY

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