Buenos días hijo querido.
Te saludo en una bella mañana otoñal.
Después de varios días desapacibles, retomé mis caminatas.
Daba comienzo el amanecer.
Con un abrigo liviano, estuve caminando hasta la costa del
río, un espacio soñado para encontrar pinceladas de paz.
En la calle solitaria solo se escuchaba el sonido de la
brisa y el gorjear de algún pájaro
tempranero.
Es agradable ese estado de quietud.
Creí como siempre a esa hora solo encontraría a los
pescadores, regresando a sus viviendas, con su carga preciada de peces en sus
canastos.
No estaba sola, pocos metros antes de arribar a la costa,
retraté la mano de una mujer elevando una flor de margarita en dirección al cielo.
Imagen que utilizo para encabezar este contacto mágico que
establezco con vos y permite estés más cerca de mi alma, tal como sucede a
diario.
Las margaritas son las flores más sencillas.
Recuerdo cuando tu abuela materna trajo de la provincia
meridional de Córdoba, una flor de esa especie.
Al ser chicas con tu tía, no entendíamos el gusto de tu abuela.
¿Para qué le serviría una flor que durante la estadía
perdería su lozanía?
Cuando las semillas estuvieron secas, con paciencia, las
separó, para esparcirlas en un cantero y esperar su florecimiento.
El resultado fue óptimo, el producto creció lozano, con sus
pétalos blancos y el centro con los colores del sol.
Se trataba de margaritas enormes, admiradas por todos
quienes pasaban por el jardín de la casa materna.
Obsequiando semillas, en muchos jardines de la zona había
margaritas gigantes.
En los canteros de mi refugio, también poseo un espacio con
ese tipo de flor.
Destacándose entre otras plantas de variedades diferentes.
Cada una de las que plantó el jardinero, te recuerdan a vos.
No las corto para armar un florero, respetando tu voluntad
que cada flor, debe estar en cada planta.
A veces pienso que desde tu hábitat, tenés la posibilidad de
contemplarlas, comprobando, jamás vulneraría una de tus pasiones, por ser un
ser luminoso, quien ama la naturaleza en toda su plenitud.
No es necesario cortarlas para ofrendarlas a tu cielo.
Intuyo podés admirarlas tanto como yo, mi amado hijo y amigo
más fiel.
Ayer estuve conversando con tu hermano de la vida.
Pese al tiempo transcurrido, te sigue recordando y queriendo
con amor sincero.
También se ha convertido en mi mejor amigo y es un bálsamo
hablar con él.
Para hoy elegí frases sobre las flores más sencillas que he
conocido.
Como siempre las dejo en
nuestro rincón de encuentro, soñando puedas acceder a su contenido.
“Las margaritas son mis flores favoritas, porque una de
ellas me ha revelado que mi mujer me ama. Aunque si ella hubiera querido
mantenerlo en secreto
(Marcel Proust)
Con los ojos llenos de margaritas, se respira mejor.
(Fabrizio Caramagna)
¿Ves lo bien que me hizo una tarde tranquila al sol con las
margaritas?
(Elizabeth von Arnim)
Hay algo inocente y vulnerable en las margaritas, es como si
te dieran las gracias por admirarlas.
(Anne Sexton)
La blanca floración de las margaritas en los primeros días
de abril es lo que más se asemeja al corazón de los niños.
(Fabrizio Caramagna)
Hoy me vestiré de amarillo, de margaritas, de sol y de
sonrisas.
(Schivami)
Me gusta el corazón de la margarita.
Es como un amarillo que piensa que sale el sol solo para
mirar su color.
(Fabrizio Caramagna)
La margarita, una bella dama con un vestido blanco con
largos pliegues, con un pequeño sombrero dorado en la cabeza.
(Jules Renard)
Las margaritas son los confites que la tierra arroja sobre
el césped para celebrar la primavera.
(Fabrizio Caramagna)
La mano invisible del viento roza por encima de las hierbas.
Cuando se suelta, saltan en los intervalos del verde
amapolas encarnadas, amarillas margaritas juntas
y otras pequeñas flores azules que no se ven enseguida.
(Fernando Pessoa)
No hay peor soledad que no detenerse frente a una margarita
y conversar con ella.
(Fabrizio Caramagna)
La incertidumbre es una margarita cuyos pétalos no se terminan
jamás de deshojar.
(Mario Vargas Llosa)
Él ha querido crear grandes santos, que pueden compararse a
los lirios y a las rosas; pero ha creado también otros más pequeños, y éstos
han de conformarse con ser margaritas o violetas destinadas a recrear los ojos
de Dios cuando mira a sus pies.
(santa Teresa de Lisieux)
Tesoro de mi alma, te amo y extraño, siempre un poco más.
Es muy difícil continuar este derrotero sin tu compañía.
¿Cuándo vedrás a mis sueños?
Recuerda es la única posibilidad que poseo. Para entregarte
los besos que no te he podido dar.
Añoro abrazarte, como antes.
Mis manos necesitan ejercitarse, en el arte de las caricias.
Verte es mi mayor ilusión.
Sería hermoso que en ese sueño que no llega, me llevaras con
vos.
No quiero permanecer más en suelo terrenal.
Mientras espero
quiero busques una estrella cercana a la tuya y de ese modo estar juntos
por toda la eternidad.
No tardes, tengo premura por abandonar, este sitio tan
ingrato para mí.
Asida a tu mano, comenzaría el ascenso sin temor a equivocar
el camino.
Hijo de mi vida entera, como es costumbre en cada enlace he
de reiterar mi pedido, hasta lograrlo.
Por favor nunca olvides, mi cielo, cuanto te quiere,
Mamá.
https://www.youtube.com/watch?v=vHuptPddu-I
No comments:
Post a Comment