RECUERDOS EN EL FONDO DEL MAR

Sveltana e Igor vivían en una montaña escarpada cerca del Mar de Barents.
Nuevos horizontes esperaban lejos de Moscú.
Desde la humilde vivienda podían observar los submarinos alineados como fantasmas en el muelle.
La nieve formaba copos en los árboles.
Igor alimentaba sueños, quería formar parte de la tripulación de marinos que abordarían los viajes hacia el fondo del mar.
Renunciaron a una vida cómoda para aislarse lejos de todo, observarían la vida desde otro lugar.
En los planes de la pareja estaba el de aumentar la familia,.
Igor comenzaría los duros entrenamientos.
El rigor de los mismos no serían obstáculo para cristalizar sus sueños.
Ansiaba que los niños propios y ajenos tuvieran imágenes de héroes para cimentar un futuro en paz.
Orden y honestidad serían las columnas fundamentales para cambiar la sociedad, desde su lugar ayudaría a edificarla sirviendo a la investigación.
Aprendería de los otros, su misión era llegar.
El lecho del océano se asemejaba demasiado a la vida en el vientre de las futuras mamás.
El agua helada contenía la inmensa mole sumergida.
A semejante profundidad utilizaban la luz artificial.
El capitán controlaba los paneles, las computadoras señalaban que todo estaba de acuerdo a la rutina prevista.
Faltaban pocos días para que naciera el primer hijo de la pareja.
Sería recibido en la casa con amor y el calor que proporciona el fuego.
Mañana saldría otra una misión a bordo del submarino Kursk.
Igor era oficial.
No permitió que su esposa lo acompañara al puerto se despedirían en la casa, el viento helado golpeaba en el rostro del marino, regresó sobre sus pasos para besar a su mujer y acariciar el abultado vientre.
El capitán dio las últimas órdenes.
El submarino comenzó a sumergirse.
En la casa costera, Sveltana supo que faltaban horas para parir.
Han pasado once años del hundimiento del Kursk, nadie conoce las causas, las sospechas jamás se darán a publicidad, servirá la siniestra experiencia para realizar modificaciones, la historia trágica no se volverá a repetir.
Jamás esos héroes serán olvidados,.
La muerte propició cambios a favor de las generaciones futuras.
Todas las semanas un niño rubio de ojos azules como el mar concurre a la base de Vidayevo, en sus manos lleva flores que dejará en el monumento que recuerda a quienes descansan en el fondo del mar.


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