Friday, November 18, 2011

SIN PALABRAS





Quiso que ese ser extraño se insertara en el mundo donde a veces tiene su sede la alegría.
No importa cuantificarlas solo hay que disfrutar cada momento sin pensar demasiado en el que sigue.
Intentó explicarle que compartir era el verbo más fácil de conjugar.
Vanos fueron los intentos, a todo respondía con altivez desmesurada, muchas veces con palabras altisonantes que se alejaban del mensaje original.
En su mundo distorsionado por la soberbia los halagos eran insultos, éstos, música para su alma.
Fue tolerante, concedió ciertos permisos, lejos estaba de querer modificar la esencia de ese personaje, solo quería que supiera que más allá de su acotada mirada, existía un mundo donde tenían cabida las sonrisas, también una lágrima emocionada.
El arte de manipular era la única destreza que enarbolaba.
Lo observaba en silencio, la tolerancia tiene ciertos límites, había llegado la hora de ejecutarlos.
Por más amor, cariño, estima que le hubiera tenido no dejaría pasar el instante de señalar los errores que cometía a diario.
Sin ningún tipo de prurito ejecutaba tiros por elevación.
Sin suerte trataba de desatar lazos de amistad que habían nacido hace mucho.
Huérfano, jamás había sentido cariño por nadie, ni siquiera por su entorno más íntimo.
Gestaba y concretaba maldades a la velocidad de la luz.
A su vida comenzaron a llegar las tormentas, cada día más impiadosas, el agua con violencia arrasaba con todo.
Serpenteantes los relámpagos con sus colores violetas surcaban el pequeño cielo de este humano acostumbrado a vivir en las tinieblas.
El grito desgarrador de los truenos que a todos estremece le producía un placer que rozaba la locura.
Hizo todos los esfuerzos posibles para que la sonrisa de un niño lo cautivara al punto de arrancarle lágrimas.
Miró a esa persona con lástima, advirtió que el cuerpo del extraño que había creido conocer se transformaba.
Buscó la mirada para encontrar signos vitales, opacos los ojos eran como dos cuencos secos.
La figura comenzó el ascenso, el cielo negro, ese que no tiene lugar para las estrellas encendidas, menos para los destellos plateados de la luna, sería por muchos años su próxima morada.
Allá lejos, donde el tiempo decide pernoctar jamás entendería que tampoco tendría el don de la palabra.

http://www.youtube.com/watch?v=FeHndLg0s…

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