HERIDAS DEL ALMA

Es difícil buscar el atuendo adecuado para llegar a vos.
Busqué entre la vestimenta que guardo en un arcón, encontré un vestido para que me identificaras.
La vida ha sido dura contigo en los últimos meses, no voy a poner fechas ambos las conocemos.
Opté por ser una sombra vestida de grises y negros, solo tu sonrisa podrá hacer que el vestuario mute y adquiera los colores del alba.
Suaves anaranjados, alguna nube traviesa intentando opaca los rayos del sol que emerge desde las profundidades del océano.
Océano en el que has vertido más de una lágrima aumentado su caudal.
Solo si tu lo deseas me vestiré con los colores del crepúsculo, morados y púrpuras que no siempre reflejan el estadío de los enamorados.
Mientras ello ocurre pensé que podía obsequiarte para sanar tus heridas del alma, lloré tus mismas lágrimas cuando entendí que no podía ser nada.
Comprendí que muchas veces fuimos cómplices de aventuras inesperadas, reímos juntos cuando las palabras se convertían en cataratas, agua a veces equivocada, desenfrenada salía de su cauce solo para complacerte.
Temí por tus reacciones, al saberte íntegro encontré la paz soñada.
Aprendí cada uno de tus silencios, al principio me enojaba, para luego darme cuenta que no podía modificar tu impronta y así obrabas para protegerme.
Quizá solo hayan sido apreciaciones mías, es posible que me haya equivocado o no.
Saberme cuidada fue como sentir al ángel que despliega sus alas con la única intención de contenerme.
Recuerdo todas las fechas, las que nos unieron y porque no las que impusieron distancia.
No era necesaria la comunicación cuando los dos sabíamos que podíamos contar con el otro, con sus silencios, sus pausas.
Entendí que la vida fue demasiado generosa conmigo, con esfuerzo las utopías se convirtieron en realidad tangible.
En poco tiempo la vida te arrancó a los dos seres que más amabas, ignorando todo escribí como una enajenada sobre temas que para la sociedad hipócrita no se tocan.
Atrevida me calcé el traje de buceador, no tenía previsto sumergirme en las aguas, sino algo más difícil, bucear en tu alma.
No tengo en claro si llegué a conocerte como ser humano en la totalidad de la palabra.
Sería presuntuoso de mi parte sentir que había llegado a la meta.
Solo quiero que sepas que en estos momentos donde piensas que la vida a veces no tiene sentido, te refugies en la sonrisa de tus hijos, en el inmenso amor que supiste sembrar y no conoces su exacta dimensión.
Los recuerdos vividos permanecerán más allá del tiempo, la esperanza será el puntal de nuestras vidas, sabremos que valió la pena entregarnos a los más caros sentimientos, sin testigos que nos señalaran.
Fue algo que vivimos los dos, la canción que elegí para compañar este relato intenta sumar tristeza a la tristeza, siempre después de las brumas aparece el sol que no es amigo de ellas.
Inexorable la vida sigue aún cuando después de tí, nada tenga el mismo sentido.



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