Buenos días
hijo querido.
La mañana
está soleada, no tan fresca como otras.
Ayer
después de finalizar nuestra conexión
maravillosa, sonó el teléfono, del otro lado estaba tu prima preguntándome qué
estaba haciendo.
Tapidamente
respondí estaba por pedir un auto para ir al cementerio.
Solicitó la
esperara, no quería fuera sola.
Amorosa me
acompañó.
Compré dos
ramos de flores blancas.
Sé no te
gustan cortadas de las plantas.
No te hice
caso, perdón.
Al ver la
enorme cruz blanca circundada por las amas desnudas de los árboles, los pájaros
trinando alrededor de la misma dije para
los dos “Vida estamos en paz”.
No es una
frase mía son de un autor al que admiro por su forma de escribir.
Es momento de
colgar el poema maravilloso de Amado Nervo:
“EN PAZ
Muy cerca de
mi ocaso, yo te bendigo, vida,
porque nunca
me diste ni esperanza fallida,
ni trabajos
injustos, ni pena inmerecida;
porque veo
al final de mi rudo camino
que yo fui
el arquitecto de mi propio destino;
que si
extraje las mieles o la hiel de las cosas,
fue porque
en ellas puse hiel o mieles sabrosas:
cuando
planté rosales, coseché siempre rosas.
...Cierto, a
mis lozanías va a seguir el invierno:
¡mas tú no
me dijiste que mayo fuese eterno!
Hallé sin
duda largas las noches de mis penas;
mas no me
prometiste tan sólo noches buenas;
y en cambio
tuve algunas santamente serenas...
Amé, fui
amado, el sol acarició mi faz.
¡Vida, nada
me debes! ¡Vida, estamos en paz!”
Esa fue mi
exclamación interna al estar tan cerca del espacio, donde descansan tus cenizas.
Sentadas en
un banco de plaza de color blanco, sentí en todo momento el calor de las manos
de tu prima.
Estuvimos un
rato largo en silencio,, acariciadas por los rayos de sol invernal.
Regresamos a
mi refugio. Recordándote.
Ambas
pensamos que tu lugar era aquí cerca de
tus afectos.
Ella que es
creyente, concluyó que tu partida la eligió dios para que derramaras tu
luminosidad, transformada en estrellas nocturnas.
Posterior a
ese sueño de dos sábados anteriores, encontré tranquilidad, paz y sosiego a
tantas jornadas pensándote.
Entiendo
precisabas esa visita en ese espacio donde de verde es posible hallar paz en
medio del silencio y la quietud.
Anoche pude
viajar con el pensamiento a un sitio donde se conjugaba la belleza de una cadena montañosa, el mar y
un faro para guiar con su haz de luz las embarcaciones prontas a llegar al puerto.
Paisaje
maravilloso el que observaba desde el balcón de la habitación de un hotel.
En esta
ocasión, el viaje imaginario fue realizado en soledad.
Faltaba tu
presencia física.
Aún, cuando estuvieras tatuado en mi alma
hasta que llegue el final.
Pude
reflexionar sin testigos.
Como en una
película pude ver el pasado
Hermoso que
nos tuvo como protagonistas en cualquier enclave.
No permití,
nadie osara intrusar nuestros pensamientos.
Fue posible
evocar el ayer en armonía absoluta.
En esta
oportunidad el silencio no dejaba escuchar sus alaridos.
Acompañaba ese
sentimiento que nace en las almas que
tienen empatía.
Muchas veces
dije éramos siameses en la forma de pensar.
Evidentemente,
estabámos unidos, con un solo corazón.
El resultado
de la cirugía fue equivocado, quien debía abandonar suelo terreno era yo.
Siniestra
jugada del destino, que jamás aceptaré.
La vista
desde el balcón de la habitación tiene
bellezas naturales.
Helechos de
hojas enormes debido al clima del Caribe.
Como en la
poesía de Baldomero Fernández Moreno, carece de flotes.
“SETENTA
BALCONES Y NINGUNA FLOR
Setenta
balcones hay en esta casa,
setenta
balcones y ninguna flor.
¿A sus
habitantes, Señor, qué les pasa?
¿Odian el
perfume, odian el color?
La piedra
desnuda de tristeza agobia,
¡Dan una
tristeza los negros balcones!
¿No hay en
esta casa una niña novia?
¿No hay
algún poeta bobo de ilusiones?
¿Ninguno
desea ver tras los cristales
una diminuta
copia de jardín?
¿En la
piedra blanca trepar los rosales,
en los
hierros negros abrirse un jazmín?
Si no aman
las plantas no amarán el ave,
no sabrán de
música, de rimas, de amor.
Nunca se
oirá un beso, jamás se oirá un clave…
¡Setenta
balcones y ninguna flor!”
Es cierto
poeta, besos no habrá, hace casi seis años quiero depositar muchos en la
mejilla de mi hijo amado, la muerte inesperada los negó.
Poeta las
flores están como tatuajes en el alma de las madres que aman a su hijo, nunca
asumirán su quietud.
Los jardines
donde mi querido está son un vergel.
Faltan
flores en la esencia del resentimiento.
Quienes nada
deben reprochar a la vida, tienen flores imaginarias por doquier.
¿Hijito en
tu hábitat has encontrado alguna flor?
Sé no te
gustan cuando se cortan de las plantas.
¿Ocupás una
parte del Edén?
No temas, no
voy a transcribir, hoy, los versos de “La divina comedia”.
Hoy es un
día para agradecerte la paz encontrada visitándote.
Quisieron
los designios del destino, encontrara un lugar cerca de mi refugio.
La idea
original era mantenerte en casa.
Los
especialistas aconsejaron debía dejarte volar en libertad.
Eso hiciste.
Has volado
tan alto que no puedo visualizarte.
Ayer alcancé
a comprender, no se trata de ansiedad por dejar este suelo hostil.
Debo esperar.
Espero no
transcurra demasiado tiempo.
Quiero
contarte mirándote a los ojos, la intensidad de mi amor.
Abrazarte
como antes y darte todos los besos aletargados que guardo para vos.
No pido nada
extraordinario.
Es natural
una madre quiera estar siempre al lado de su hijo.
No concibo
la vida sin vos.
Te amo hijo
querido, te pido aparezcas en mis sueños. Momento ideal para pedirte, nunca
olvides cuanto te quiere mamá.
https://www.youtube.com/watch?v=vFD2gu007dc
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