Sunday, July 04, 2021

DESDE EL BALCÓN



Buenos días hijo querido.

La mañana está soleada, no tan fresca como otras.

Ayer después  de finalizar nuestra conexión maravillosa, sonó el teléfono, del otro lado estaba tu prima preguntándome qué estaba haciendo.

Tapidamente respondí estaba por pedir un auto para ir al cementerio.

Solicitó la esperara, no quería fuera sola.

Amorosa me acompañó.

Compré dos ramos de flores blancas.

Sé no te gustan cortadas de las plantas.

No te hice caso, perdón.

Al ver la enorme cruz blanca circundada por las amas desnudas de los árboles, los pájaros  trinando alrededor de la misma dije para los dos “Vida estamos en paz”.

No es una frase mía son de un autor al que admiro por su forma de escribir.

Es momento de colgar el poema maravilloso de Amado Nervo:

 

“EN PAZ

 

 

Muy cerca de mi ocaso, yo te bendigo, vida,

porque nunca me diste ni esperanza fallida,

ni trabajos injustos, ni pena inmerecida;

 

porque veo al final de mi rudo camino

que yo fui el arquitecto de mi propio destino;

 

que si extraje las mieles o la hiel de las cosas,

fue porque en ellas puse hiel o mieles sabrosas:

cuando planté rosales, coseché siempre rosas.

 

...Cierto, a mis lozanías va a seguir el invierno:

¡mas tú no me dijiste que mayo fuese eterno!

 

Hallé sin duda largas las noches de mis penas;

mas no me prometiste tan sólo noches buenas;

y en cambio tuve algunas santamente serenas...

 

Amé, fui amado, el sol acarició mi faz.

¡Vida, nada me debes! ¡Vida, estamos en paz!”

 

Esa fue mi exclamación interna al estar tan cerca del espacio, donde descansan tus cenizas.

Sentadas en un banco de plaza de color blanco, sentí en todo momento el calor de las manos de tu prima.

Estuvimos un rato largo en silencio,, acariciadas por los rayos de sol invernal.

Regresamos a mi refugio. Recordándote.

Ambas pensamos que tu lugar era  aquí cerca de tus afectos.

Ella que es creyente, concluyó que tu partida la eligió dios para que derramaras tu luminosidad, transformada en estrellas nocturnas.

Posterior a ese sueño de dos sábados anteriores, encontré tranquilidad, paz y sosiego a tantas jornadas pensándote.

Entiendo precisabas esa visita en ese espacio donde de verde es posible hallar paz en medio del silencio y la quietud.

Anoche pude viajar con el pensamiento a un sitio donde se conjugaba  la belleza de una cadena montañosa, el mar y un faro para guiar con su haz de luz las embarcaciones prontas a  llegar al puerto.

Paisaje maravilloso el que observaba desde el balcón de la habitación de un hotel.

En esta ocasión, el viaje imaginario fue realizado en soledad.

Faltaba tu presencia física.

 Aún, cuando estuvieras tatuado en mi alma hasta que llegue el final.

Pude reflexionar sin testigos.

Como en una película pude ver el pasado

Hermoso que nos tuvo como protagonistas en cualquier enclave.

No permití, nadie osara intrusar nuestros pensamientos.

Fue posible evocar el ayer en armonía absoluta.

En esta oportunidad el silencio no dejaba escuchar sus alaridos.

Acompañaba ese sentimiento  que nace en las almas que tienen empatía.

Muchas veces dije éramos siameses en la forma de pensar.

Evidentemente,  estabámos unidos,  con un solo corazón.

El resultado de la cirugía fue equivocado, quien debía abandonar suelo terreno era yo.

Siniestra jugada del destino, que jamás aceptaré.

La vista desde el balcón  de la habitación tiene bellezas naturales.

Helechos de hojas enormes debido al clima del Caribe.

Como en la poesía de Baldomero Fernández Moreno, carece de flotes.

 

“SETENTA BALCONES Y NINGUNA FLOR

 

Setenta balcones hay en esta casa,

setenta balcones y ninguna flor.

¿A sus habitantes, Señor, qué les pasa?

¿Odian el perfume, odian el color?

 

La piedra desnuda de tristeza agobia,

¡Dan una tristeza los negros balcones!

¿No hay en esta casa una niña novia?

¿No hay algún poeta bobo de ilusiones?

 

¿Ninguno desea ver tras los cristales

una diminuta copia de jardín?

¿En la piedra blanca trepar los rosales,

en los hierros negros abrirse un jazmín?

 

Si no aman las plantas no amarán el ave,

no sabrán de música, de rimas, de amor.

Nunca se oirá un beso, jamás se oirá un clave…

 

¡Setenta balcones y ninguna flor!”

 

 

 

 

Es cierto poeta, besos no habrá, hace casi seis años quiero depositar muchos en la mejilla de mi hijo amado, la muerte inesperada los negó.

Poeta las flores están como tatuajes en el alma de las madres que aman a su hijo, nunca asumirán su quietud.

Los jardines donde mi querido está son un vergel.

Faltan flores en la esencia del resentimiento.

Quienes nada deben reprochar a la vida, tienen flores imaginarias por doquier.

¿Hijito en tu hábitat has encontrado alguna flor?

Sé no te gustan cuando se cortan de las plantas.

¿Ocupás una parte del Edén?

No temas, no voy a transcribir, hoy, los versos de “La divina comedia”.

Hoy es un día para agradecerte la paz encontrada visitándote.

Quisieron los designios del destino, encontrara un lugar cerca de mi refugio.

La idea original era mantenerte en casa.

Los especialistas aconsejaron debía dejarte volar en libertad.

Eso hiciste.

Has volado tan alto que no puedo visualizarte.

Ayer alcancé a comprender, no se trata de ansiedad por dejar este suelo hostil.

Debo esperar.

Espero no transcurra demasiado tiempo.

Quiero contarte mirándote a los ojos, la intensidad de mi amor.

Abrazarte como antes y darte todos los besos aletargados que guardo para vos.

No pido nada extraordinario.

Es natural una madre quiera estar siempre al lado de su hijo.

No concibo la vida sin vos.

Te amo hijo querido, te pido aparezcas en mis sueños. Momento ideal para pedirte, nunca olvides cuanto te quiere mamá.

 

 

https://www.youtube.com/watch?v=vFD2gu007dc

 


 

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