Sunday, October 17, 2021

DESDE EL BALCÓN



Buenos días hijo de mi vida.

Te saludo en una mañana especial.

Hoy se celebra el “Día de la madre” en muchos lugares del planeta.

Llegue mi saludo a todas mis lectoras.

El destino quiso que todos los años los pase sin vos.

Ignorando el espacio donde te encontrás.

Desde el balcón  de una casa llena de flores, te busco en el  cielo sin poder verte para darte el beso que tanto deseo.

Sonrío al recordar cuando preguntabas

¿Sabés que te compré para el día de la madre?

Siempre te pedía no me lo contaras, ya que debía ser una sorpresa, tu respuesta era un “Si ma”, a los pocos minutos develabas aquella.

Ansioso como  yo.

En otra ocasión fuimos a ver un recital de tu cantante favorita.

Salí del teatro con dolor de cabeza.

Habías elegido la primera fila, la estrella de la canción tiene una voz potente como para escucharla desde ese lugar.

Pese a la tristeza, esos recuerdos, me hacen sonreír.

El balcón de la casa donde estuve, es un estallido de flores y fragancias.

Pese a mi búsqueda  desesperada, no pude encontrarte en las sombras de la luna o en el fulgor de las estrellas.

¿Dónde estás?

¿Podré hallarte alguna vez?

¿Cuánto más deberé esperar?

¿En alguna ocasión, los enigmas acosadores, serán resueltos?

A los dos  nos gustan las flores, por ello seleccioné esa toma.

Deseo me recuerdes como la persona que más te amó en tu breve vida.

Cada día que despierto es una tortura porque ni te tengo a un lado.

En igual situación se encuentran muchas madres que han atravesado la tragedia de perder al hijo amado.

No tenerlos es un espanto.

Seguramente todas nos hacemos la misma pregunta

¿Por qué?

Ninguna recibe respuesta.

Duele el silencio tanto como la ausencia no prevista.

Nos falta la tibieza de un abrazo.

Complicidad en las miradas.

La falta eterna de nuestros descendientes.

Satura la soledad.

Nada puede suplirlo.

Desde el balcón, ahogué mis lágrimas.

Como un autómata  regresé a mi refugio para llorarte en paz.

No tengo vergüenza de hacerlo en público.

Pocos entienden el sufrimiento de la soledad.

Hoy quiero dejarte un poema, entiendo será de tu agrado.

 

“El poeta y la calle

 

Autor: Baldomero Fernández Moreno

 

 

 

Madre, no me digas:

 

 

 

—Hijo, quédate...,

 

 

 

cena con nosotros

 

 

 

y duerme después...

 

 

 

Cuando eras pequeño

 

 

 

daba gusto ver

 

 

 

tu cara redonda,

 

 

 

tu rosada tez...

 

 

 

Yo a Dios le rogaba

 

 

 

una y otra vez:

 

 

 

que nunca se enferme

 

 

 

que viva años cien;

 

 

 

robusto, rosado,

 

 

 

gallardo doncel

 

 

 

le vean mis ojos

 

 

 

allá en la vejez.

 

 

 

Que no tenga ese aire

 

 

 

de los hombres que

 

 

 

se pasan la noche

 

 

 

de café en café...

 

 

 

Dios me ha castigado.

 

 

 

¡Él sabrá por qué!—

 

 

 

Madre, no me digas:

 

 

 

—Hijo, quédate...—

 

 

 

La calle me llama

 

 

 

y a la calle iré...

 

 

 

Yo tengo una pena

 

 

 

de tan mal jaez

 

 

 

que ni tu ni nadie

 

 

 

puede comprender,

 

 

 

y en medio de la calle

 

 

 

¡me siento tan bien!

 

 

 

¿Qué cuál es mi pena?

 

 

 

¡Ni yo sé cuál es!

 

 

 

Pero ella me obliga

 

 

 

a irme, a correr,

 

 

 

hasta de cansancio

 

 

 

rendido caer...

 

 

 

La calle me llama

 

 

 

y obedeceré...

 

 

 

Cuando pongo en ella

 

 

 

los ligeros pies,

 

 

 

me lleno de rimas

 

 

 

sin saber por qué...

 

 

 

La calle, la calle,

 

 

 

¡loco cascabel!

 

 

 

La noche, la noche,

 

 

 

¡qué dulce embriaguez!

 

 

 

El poeta, la calle y la noche,

 

 

 

se quieren los tres...

 

 

 

La calle me llama,

 

 

 

la noche también...

 

 

 

Hasta luego, madre,

 

 

 

¡voy a florecer!”

 

Como el poeta deseo transformarme en flor para llevártela a vos.

Recién acabo de recibir un audio de tu hermano del alma.

¿Cómo decirte  cuanto te quiero con palabras nuevas?

Te extraño demasiado si es que se puede medir el amor incondicional.

Todos los recuerdos aparecieron hoy.

Los compartidos con felicidad y los del adiós.

A diario realizo esfuerzos para controlar mis impulsos de no escribir letras tristes.

La ansiedad me lleva a expresarme de acuerdo al estado de ánimo.

Por más intento que realice escribo aquello que siento.

Si el alma está desgarrada no se puede fingir.

No sé hacerlo.

Cada grafema lo dicta la soledad.

Es un atropello al conocimiento y la razón, la distancia que nos separa, pese a que vivís en mi ser.

No hago nada sin previas consultas con vos.

El único capaz de sacarme una sonrisa en momentos complicados.

¿Precisaban tanta luz en el lugar que está tu hábitat como para arrancarte de mi lado?

¿No pensaron te llevaban a un sitio desconocido, con los miedos propios de quien no sabe hacia dónde va?

Deberían llevarse a los mayores para poblar ese lugar.

En donde el destino dispuso estés, no quisiera el sufrimiento esté cerca  tuyo.

Una de las tantas razones por las que no deseo continuar en suelo terreno.

El lugar de una madre siempre es tener a su hijo consigo.

En el final estábamos los dos no pensaron en llevarme a mí.

Te hubieses recuperado de mi  partida junto a los seres que te quieren de verdad.

Ellos te extrañan.

Te recuerdan con amor sincero.

Nunca comprenderé porque truncaron tus proyectos antes de comenzarlos.

¿Por qué la muerte se equivocó?

Te ano hijo querido, tanto que es imposible dimensionarlo.

Por favor aparecé en mis sueños.

Preciso verte un instante.

No puedo continuar sin tu presencia.

Recibo tu energía siempre.

Has sido y serás el pilar donde siempre puedo apoyarme.

Es injusto siga en suelo terrenal sin tenerte.

A nadie entregues tu memoria, menos los recuerdos compartidos.

Uno más hermoso que el otro.

Quiero me recibas a mí, no a una extraña que no conocés.

Huye de quienes se encargan de esa tarea, sus nombres son Mnémosine y Pérsefone.

Como en todos estos contactos, siempre he de pedirte, nunca olvides cuanto te quiere, mamá.

 

 

https://www.youtube.com/watch?v=9EHAo6rEuas

 







 

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