Buenos días hijo querido.
Te saludo, en una mañana otoñal, con algunas lloviznas.
El cielo acompaña el llanto producido por la tristeza de no
tenerte.
En las veredas arboladas quedan montoncitos de hojas,
doradas, ocre y marrones, para que recordemos la estación más nostálgica del
año, comenzó ayer.
A ello se debe haya seleccionado para este mensaje imágenes
que se replican en casi toda la ciudad.
Pregunté al otoño si puedo quererte más, con una sonrisa
tímida, respondió he rebasado los límites del amor maternal.
No creo sea así pues los sentimientos no pueden
dimensionarse.
En la jornada de ayer a media tarde se produjo la partida de
la persona que fue con su esposa que ya no está, a visitarte cuando estuviste
en la primer institución sanatorial.
Gestos de amor que nunca olvidaré.
Te pido lo ayudes a encontrarla a ella.
En uno de los pocos sueños que tuve con vos, estaban juntos.
No dejes solos a quienes recién arriban a ese espacio
enigmático donde dicen descansan las almas ausentes de quienes abandonan suelo
terreno.
Un lánguido día de otoño comenzó a ascender los peldaños que
llevan al lugar donde se encuentra tu hábitat.
Más tarde juntaré las hojas de otoño que se encuentran en mi
jardín.
Quien lo atiende me pidió las juntara, para colocarlas en la
tierra de los canteros, como no lo haré, a su tiempo le contaré olvide su
consejo.
No podría tenerlas guardadas en una bolsa para cuando el
venga.
Es tiempo de renovar las plantas por otras adecuadas para
esta temporada.
Un jardín sin flore, no puede denominarse así.
Compraré ciclamen de los que tanto te gustaban a vos,
pensamientos de colores.
Deberé cambiar de vivero, dado que las que están expuestas,
no son de mi agrado.
Mis musas hoy están dormidas por la angustia de quienes se
van.
Dejándonos solo recuerdos.
Anoche conversé con tu hermano de la vida, largamente.
Siempre sus palabras son un bálsamo para mí en momentos
difíciles.
Además de ser un profesional superlativo, se trata de un ser
de luz parecido a vos.
Estás presente en cada una de nuestras conversaciones.
Obcecada, la muerte nos separó.
Hoy más que nunca te necesito a mi lado.
Comprendo pido imposibles.
Solo vos eras mi
dique de contención.
Desearía tener solo un puñado de tus virtudes.
Faltó tiempo para absorberlas.
No obstante insistiré en querer un poco más, entendiendo
cada ser humano es único e irrepetible.
Hoy seleccioné un poema de un autor que estoy comenzando a
conocer, espero sea aprobado por tu generosidad.
““Oda al otoño”
Autor: John Keats
Estación de las nieblas y fecundas sazones,
colaboradora, íntima de un sol que ya madura,
conspirando con él
cómo llenar de fruto
y bendecir las viñas que corren por las bardas,
encorvar, con
manzanas los árboles del huerto
y colmar todo fruto de madurez profunda;
la calabaza hinchas y engordas avellanas
con un dulce interior; haces brotar tardías
y numerosas flores hasta que las abejas
los días calurosos creen interminables
pues rebosa el estío de sus celdas viscosas.
¿Quién no te ha visto en medio de tus bienes?
Quienquiera que te busque ha de encontrarte
sentada con descuido en un granero,
aventando el cabello dulcemente,
o en surco no segado sumida en hondo sueño,
aspirando amapolas, mientras tu hoz respeta
la próxima gavilla de entrelazadas flores;
o te mantienes firme como una espigadora
cargada, la cabeza al
cruzar un arroyo,
o al lado de un lagar con paciente mirada
ves rezumar la última sidra hora tras hora.
¿En dónde con sus cantos está la primavera?
No pienses más en ellos sino en tu propia música.
Cuando el día entre nubes desmaya floreciendo
y tiñe los rastrojos de un matiz rosado,
cual, lastimero coro
los mosquitos se quejan
en los sauces del río, alzados, descendiendo
conforme el leve viento se reaviva o muere;
y los corderos balan allá por las colinas,
los grillos en el seto cantan, y el petirrojo
con dulce voz de tiple silba en alguna huerta
y trinan por los cielos bandos de golondrinas.”
Querido hijo te
extraño.
¿Cuándo vendrás a mis sueños?
¿Por qué en ellos no puedo escuchar tu voz?
En estado onírico, solo recibo amorosas miradas, deseo con
ansias escucharte decir “Mamá”.
¿Cuándo podrías ayudarme a emprender el viaje final?
No temo a ese
instante desconocido para quienes habitamos suelo terrenal.
Son más grandes los
deseos de verte para darte un beso.
Esa acción tan natural, diluye cualquier temor.
A tu lado me siento con más energía.
Coincidimos con tu hermano de la vida, la recibo de tu
parte.
Un ser especial, conocedor de las palabras exactas para
utilizar en momentos que no son gratos.
¿Por qué nos separaron sin pedir permiso?
¿Desconocían jamás debieron obrar de forma tan inhumana?
Seguiré leyendo
tratados de teología que sean de ayuda para comprender la existencia de
la muerte.
¿Para qué vivir?
Hijo de mis entrañas, en cada uno de estos contactos,
siempre he de pedirte por favor, nunca olvides cuanto te quiere mamá.
https://www.youtube.com/watch?v=rLJ9Ev41_sk
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