Buenos días mi
tesoro.
Te saludo en una mañana fresca y soleada, ello señala el
otoño está a punto de llegar a este lugar del mundo.
He retomado la lectura de tu libro de cabecera, “El
proncipito”, apto para cualquier edad de la vida que estemos transitando.
Utilizo tus auriculares para acompañar las letras con bellas
melodías, recordándote a cada instante de esta realidad que los arbitrios del
destino quisieron fuera sin tu presencia añorada.
Ese ejemplar por sus enseñanzas es apto para leer y releer a
cualquier edad.
La belleza de sus frases no se olvidan, nunca.
Después tengo para comenzar un texto que me regalara, tu
hermano de la vida.
Sabe que todo lo referido a las letras me atrae y significan
una válvula de escape, mientras estoy sumergida en sus páginas.
Soy de las que piensan que los libros no se prestan pues
nunca vuelven a tus manos.
Para evitar recibir sorpresas cuando los recibo, prefiero
regalarlos.
Los libros leídos por mí,
no presentan máculas.
Tampoco doblo las hojas, para acordarme donde dejé la
lectura.
Guardo entre mis recuerdos un señalador de cuero, que tus
manos pintaron con diminutos no me olvides de color celeste.
La flor más sencilla de todas, por ello es la más atractiva.
Los auriculares son los tuyos.
Cuando leo puedo abstraerme de la realidad, no buscada.
¿En tu hábitat es
posible acceder a los libros?
Incógnita que no espero sea develada, dado que nunca ocurrió
con mis disquisiciones que no son pocas.
Guardo con especial cuidado un libro que me obsequiaras
antes de partir referido a los duelos.
Tiempo después encontré habías señalado frases categóricas,
para que leyera en tu ausencia.
Ello logró comprendiera, sabías que tu partida estaba
cercana.
Difícil para un joven talentoso conocer esa verdad tan
dolorosa.
Ambos conocíamos el desenlace, aún, cuando nunca tocamos el
tema para no dañarnos ante la cercanía del final menos esperado.
Hoy te dejo una poesía referente a nuestros fieles
compañeros de la vida terrena.
“Elegía, de Miguel Hernández
En Orihuela, su pueblo y el mío, se
me ha muerto como del rayo Ramón Sijé,
con quien tanto quería.
Yo quiero ser llorando el hortelano
de la tierra que ocupas y estercolas,
compañero del alma, tan temprano.
Alimentando lluvias, caracolas
y órganos mi dolor sin instrumento,
a las desalentadas amapolas
daré tu corazón por alimento.
Tanto dolor se agrupa en mi costado,
que por doler me duele hasta el aliento.
Un manotazo duro, un golpe helado,
un hachazo invisible y homicida,
un empujón brutal te ha derribado.
No hay extensión más grande que mi herida,
lloro mi desventura y sus conjuntos
y siento más tu muerte que mi vida.
Ando sobre rastrojos de difuntos,
y sin calor de nadie y sin consuelo
voy de mi corazón a mis asuntos.
Temprano levantó la muerte el vuelo,
temprano madrugó la madrugada,
temprano, estás rodando por el suelo.
No perdono a la muerte enamorada,
no perdono a la vida desatenta,
no perdono a la tierra ni a la nada.
En mis manos levanto una tormenta
de piedras, rayos y hachas estridentes
sedienta de catástrofes y hambrienta.
Quiero escarbar la tierra con los dientes,
quiero apartar la tierra parte a parte
a dentelladas secas y calientes.
Quiero minar la tierra hasta encontrarte
y besarte la noble calavera
y desamordazarte y regresarte.
Volverás a mi huerto y a mi higuera:
por los altos andamios de las flores
pajareará tu alma colmenera
de angelicales ceras y labores.
Volverás al arrullo de las rejas
de los enamorados labradores.
Alegrarás la sombra de mis cejas,
y tu sangre se irán a cada lado
disputando, tu amor y las abejas.
Tu corazón, ya terciopelo ajado,
llama a un campo de almendras espumosas
mi avariciosa voz de enamorado.
A las aladas almas de las rosas
del almendro de nata te requiero,
que tenemos que hablar de muchas cosas,
compañero del alma, compañero.”
Para el autor los libros son los mejores compañeros, para mí
sos vos.
Hijo querido te amo de manera incondicional, te extraño más.
Motivos para ansiar
se produzca prontamente nuestro reencuentro soñado.
Necesito estemos juntos por toda la eternidad.
Muchas veces temo no me reconozcas al verme.
En esos instantes, apresada por el terror de un posible
olvido se agiganta la angustia.
Han pasado casi siete años sin que pueda darte un beso,
tragedia para una mamá que ama intensamente a su hijo y quisiera tener la
potestad de regresar en el tiempo y así evocar los momentos compartidos.
Te pido ayuda para llegar a tu lado.
Este no es mi espacio, puedo comprobarlo a diario.
Sos mi hijo, el amigo más fiel.
Te pido me regales una pincelada de paz, apareciendo en mis
sueños como hace pocos días.
Instante mágico que me llevó a pensar podía tocar el cielo
con las manos acariciándote a vos.
Como en cada uno de estos enlaces, he de pedirte por favor,
nunca olvides cuanto te quiere, mamá.
https://www.youtube.com/watch?v=p0CKqH-xxco
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