Buenos días hijo de mi alma.
Te saludo en una mañana desapacible.
Celajes grises cubren la bóveda azul del cielo.
Imágenes que parecieran de espuma cubriendo el firmamento
donde puedo ver tu rostro mientras las nubes se movilizan hacia el este.
Ejercicio que hacíamos juntos, cuando habitabas suelo
terrenal, buscando formas de cualquier paisaje conocido o aquel que nuestra
mente deseara observar.
En esta ocasión está totalmente nublado como mi alma
desgarrada desde tu ausencia prematura.
Mis musas evocan tu presencia y los mementos que
mirabas hacia ese espacio tan lejano no
en un día como el de hoy, sino cuando las nubes estaban separadas como si
fueran manojos de plumas deslizándose
formando diferentes figuras, que pese a ser las mismas nosotros, las veíamos
diferentes pues nuestras miradas nacían en el corazón.
Tristemente bellas son las que hoy se han encargado de
ocupar ese espacio tan majestuoso, donde dicen están las personas que se
ausenta, tomando como hábitat la esfera
celestial.
¡Cuánto daría por estar allí!
Entiendo no te gusta te pida ayuda para concretar la utopía de estar a tu lado
para siempre.
Posibilidad que permitiría te diera un beso como lo hace
cualquier mamá con sus herederos.
¿Por qué tengo vedada esa posibilidad?
Mis caricias mueren en el etéreo aire de la silente soledad.
Añoro tu presencia adorada.
La probabilidad de sumergirme en la profundidad de tus
hermosos ojos.
Las palabras lindas dedicadas a vos, mueren antes de nacer,
pues entiendo no te llegarán, de la forma que anhelo.
Te busco entre las nubes de cualquier tonalidad.
¿Dónde puedo encontrarte?
Mi búsqueda no cesará, solo preciso, señales si transito el
camino correcto.
Al martirio de no tenerte debo sumar el horror de ignorar si nos volveremos a ver en alguna
oportunidad.
¿Sabrías decirme cuando será ese día glorioso?
Necesito las respuestas que nadie sabe dar.
En vos confío, por ello el tenor de mis interrogantes.
Desearía tener la potestad de regresar en el tiempo para
ubicarnos cuando estabas aquí, proyectando un futuro que no fue. Impidieron
desplegaras tus alas y así concretar cada uno de tus proyectos.
Ser parte de ellos no para controlarte sino con el ánimo de
una madre, deseando brindarte ayuda con el amor que supiste ganar.
Mi amoroso ser de
luz, no permitas siga viviendo en la oscuridad.
Encontraré la luminosidad cuanto te encuentre a vos.
Extraño los momentos compartidos, más allá del lugar en que
nos encontráramos.
No importan el espacio sino la inefable compañía del otro.
Todo ello quedó en
poder de la ausencia que jamás asumiré.
Es simple, cada día te percibo aquí, aún, cuando no pueda visualizarte.
Ruego aparezcas en mis sueños, intentaré abrazarte.
De ser posible poder acompañarte en el regreso.
Es primordial para mí el destino cumpla uno de mis mayores
anhelos, estar juntos eternamente.
Para hoy seleccioné un poema referido a los celajes del
cielo que debería estar añil.
“NUBES
Autor: Jorge Luis Borges
No habrá una sola cosa que no sea,
una nube.
Lo son las catedrales
de vasta piedra y bíblicos cristales
que el tiempo allanará. Lo es la Odisea,
que cambia como el mar. Algo hay distinto
cada vez que la abrimos. El reflejo
de tu cara ya es otro en el espejo
y el día es un dudoso laberinto.
Somos los que se van. La numerosa
nube que se deshace en el poniente
es nuestra imagen. Incesantemente
la rosa se convierte en otra rosa.
Eres nube, eres mar, eres olvido.
Eres también aquello que has perdido.
Por el aire andan plácidas montañas
o cordilleras trágicas de sombra
que oscurecen el día. Se las nombra
nubes. Las formas suelen ser extrañas.
Shakespeare observó una. Parecía
un dragón. Esa nube de una tarde
en su palabra resplandece y arde
y la seguimos viendo todavía.
¿Qué son las nubes?
¿Una arquitectura
del azar? Quizá Dios las necesita
para la ejecución de Su infinita
obra y son hilos de la trama oscura.
Quizá la nube sea no menos vana
que el hombre que la mira en la mañana.”
Hijo de mi vida
entera
¿Cómo contarte la intensidad de mi amor?
¿Qué palabras utilizar para demostrar, mi gratitud por el breve tiempo compartido?
Pocas veces conocí madres con tanta empatía hacia sus hijos.
Te amo hijo querido.
Nadie se ocupó de enseñarme a vivir sin vos.
Sos mi vida y el sol que ilumina cada amanecer.
Hijo querido, como lo realizo de manera habitual, no puedo
concluir esta mágica conexión sin pedirte por favor, nunca olvides cuanto te
quiere mamá.
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