DOS SENTIMIENTOS

ALEGRÍA

Es la que sientes cuando despiertas cada día.
La misma que te hace observar los colores del amanecer.
Mirar las gotas de rocío posadas en las flores, lentamente las esferas transparentes caen desde los pétalos hasta desaparecer.
Sentir que arranca sonrisas para regalar a las personas que amas.
Caricias, preludios de besos tiernos o apasionados.
Escuchar acordes de violines cuyas cuerdas están en el alma, las más bellas melodías nacen en ese lugar.
Alegría al lograr aplacar el llanto de un niño.
Complacencia al ayudar a un anciano, otorgándole minutos de tu vida para disipar la soledad que los acosa.
Conjugar reiteradamente el verbo compartir es una manera de cambiar la inestabilidad de los tiempos que nos toca vivir.
Mejorar cada día, no cejar en el intento, no bajar los brazos nunca, ello no solo traerá alegría sino paz a tu alma inquieta.

TRISTEZA

Es la que trae soledades no buscadas, alejamientos al escuchar palabras cargadas de violencia.
Desánimo constante.
Tinieblas, sombras, cual fantasmas acosan y vuelven a los humanos temerosos de su propia vida.
Misterios insondables de la mente que no se resolverán en una noche oscura.
Tristeza es la que impide disfrutar la belleza de un nocturno, del canto de los grillos escondidos en los canteros.
Visualizar las luciérnagas vistiendo de luces las flores.
Pequeños insectos iluminados que sueñan parecerse a las estrellas.
Quien está triste no ve más allá de sus ojos.
Carece de brillo en la mirada.
Ha llorado tanto, tanto que agotó el río de las lágrimas.
Decadencia espiritual, esa que no permite ninguna compañía.
Tristeza, duele en el alma del taciturno.
Tristeza muchas veces confundida con angustia o melancolía.
Vestido de negro, camina encorvado hacia un destino siniestro, no sabe que encontrará al final del camino.
Son dos opciones.
Con el propósito de transitar por la vida podrás elegir solo una.

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