MIL PERDONES NO ALCANZAN

Ever llega todos los días muy temprano a la oficina de correos.
Le gusta observar los jardines al alba cuando aún duermen las flores.
Adora mirarlas despojándose de sus gotas de rocío.
La noche las vistió con esferas transparentes.
Muchos no saben que las mismas se transforman en lágrimas de dicha o desconsuelo.
Apoya el bastón sobre la puerta de madera.
Busca las llaves.
Llaves que le permitirán ingresar al mundo de los sueños o de la indiferencia.
Ha vivido todo.
La memoria guarda duplicado de los momentos felices, los otros dejó que casi murieran, cuando se ama demasiado los sueños jamás culminan.
Mira en derredor.
El césped está demasiado alto, impide mirar los canteros.
El ruiseñor no canta.
Las paredes de la entrada están descascaradas, por ellas pasó la vida.
Vida injusta que trajo demasiado dolor a su alma inquieta.
Atardeceres solitarios que le impidieron observar la belleza de los colores que pinta el crespúsculo, atardeceres solitarios que le arrancaron más de una lágrima.
El anciano llora ausencias y silencios.
Hoy será el último día que preste servicios en la oficina postal.
Tres o cuatro líneas gélidas le indican que ha llegado la edad de jubilarse.
Mil interrogantes lo atrapan.
Concluye que es muy triste llegar a la vejez en la más absoluta soledad.
Tuvo amores, tantos que quizás no recuerde a todos.
En su mente solitaria solo puede albergala a ella.
Los ojos se humedecen cuando la recuerda, le pregunta al Ser Supremo por qué no le dio la oportunidad de ser padre, tenía mucho para compartir.
Amó como jamás supo o conoció que se había amado a nadie.
Lloró el momento de su partida.
Con sus manos la embelleció, era el último viaje, debía estar hermosa..
Odió como nadie las nuevas tecnologías, ellas eran hacedoras de un destino cruel.
Acarició el telégrafo, supo de mil sueños y desaciertos.
Asumió el paso del tiempo.
Recordó, recordó una y mil veces a los vistantes del correo.
Cómplice sonrió al recibir una carta perfumada.
Hilvanó historias más allá del tiempo.
Supo ser confidente y consejero.
Hoy está solo pretendiéndo que la viaja cerradura se abra.
No hay voces, el viejo telégrafo descansa.
Esta seguro de la decisión que ha tomado, no quiere seguir viviendo sin ella.


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