Tuesday, October 11, 2011

LA MUDANZA





Ni bien tuvo en sus manos las llaves de la nueva casa decidió instalarse.
La familia quedaría a varios kilómetros.
No los quería someter al desgaste que produce una mudanza.
Los niños seguirían con sus actividades escolares, el papá acompañaría con la ayuda de la asistente que los acompañaba desde que habían nacido.
Era parte de la familia.
En la computadora personal anotó todos los detalles que no deberían faltar en la nueva casa, la disposición de los muebles, nada escaparía al control de una mujer sumamente ordenada.
Se despidió de sus amores, se reencontrarían en una semana.
Prometió a los más chicos que concluirían el año en la misma escuela, no tenía sentido cambiarlos ahora cuando estaba por concluír el ciclo escolar.
Recomendó a su marido que no olvidara despachar todos los canastos, que pidiera a los empleados tuvieran cuidado con las etiquetas, de esa forma sería más fácil ordenar la nueva vivienda.
Abrazó a todos los integrantes de la familia.
Vestida con ropa informal ascendió a la camioneta.
Por precaución colocó el bolso debajo del asiento del acompañante.
Camino sinuoso, debía manejar con cuidado respetando las normas de tránsito.
Apagó la radio, repetían las noticias que había escuchado la noche anterior.
Necesitaba escuchar los sonidos de la naturaleza, se fundían con el ruido acompasado del motor.
Cielo límpido, tibio el sol mostraba su esplendor, teñía con reflejos dorados los campos inmensos situados a un lado del camino.
A la izquierda el mar majestuoso ofrecía una vista espectacular.
Las gaviotas con su plumaje blanco adornaban el firmamento.
Aire puro, habían tomado la mejor decisión, mudarse lejos de la gran ciudad.
El control remoto activó el portón de entrada.
Lentamente ingresó al garage, la puerta levadiza se cerró.
Caminó por el jardín, los canteros necesitaban la mano sensible de una mujer, faltaban flores más adelante se ocuparía de vestirlos con fragancias y colores.
La empresa de mudanzas llegó en horario.
En los pisos superiores estaban las habitaciones, una construcción que permitía que todas las ventanas estuvieran orientadas hacia el mar que tanto amaba, no imaginaba vivir sin él.
A media tarde había terminado de colocar cada cosa en su lugar.
Crepúsculo rosado, más allá donde se perdía la vista se transformaba en sombras púrpuras preludiando la aparición de una noche singular.
Compró algo de comida.
Descorrió las cortinas, quería admirar ese nocturno que solo se da cuando se vive muy cerca del océano.
Pese a lo adelantado de la estación, sintió frío, en el momento que se dirigia a buscar leños se dio cuenta que en el hogar acomodados en forma oblicua había varios, estaba segura que no los había traido, restó importancia al detalle.
Abrió su computadora personal, necesitaba comunicarle a sus amores que todo estaba listo.
Besos y abrazos imaginarios en la despedida.
Se levantó de un mullido sillón para enderezar el cuadro de su pintor favorito.
Un remolino la introdujo en la tela.
La ropa común que vestía mutó a un atuendo vaporoso, etéreo.
Caminó descalza sobre gramilla desconocida.
Las rejas de la mansión eran parecidas a las de su nueva casa, solo parecidas.
La brisa apuró los pasos, sintió frío.
En la puerta el desconocido la esperaba, no se asemejaba al artista que tanto admiraba.
Trémula tembló ante semejante aparición.
Vincent la tranquilizó.
No te haré daño, te he soñado alcoholizado, despierto.
Despreocupate no te haré mía aún cuando muera por hacerlo, eres mi musa preferida.
Te convertiré en un cuadro, tu rostro lánguido sorprenderá al mundo.
No llores, en poco tiempo volverás con los tuyos.
Sonríe, debo pintar tus labios perfectos cuando el animal que vive en mi quiere robarte un beso.
La pintura estaba concluida, debía cumplir la promesa.
Vete, no le cuentes a nadie este episodio, guardalo en tu alma.
Vete, no quiero que me veas morir.

http://www.youtube.com/watch?v=tPdgQGFJTSY

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