Monday, October 17, 2011

EL HUÉSPED





Hacía aproximadamente una semana había llegado a la pequeña ciudad un turista.
Con premura se alojó en un hotel ubicado frente a la costa.
Solicitó al dueño del alojamiento absoluta reserva informándole que tenía como único propósito descansar y encontrarse consigo mismo.
Mostró su documento pidiéndo registrarse con otro nombre.
Por razones que no estaba dispuesto a explicar pemanecería en el anonimato.
Dispusieron que las comidas le fueran llevadas a la habitación, el viajero necesitaba estar solo, evitar contacto con otros pasajeros.
Preguntó por la capacidad hotelera en esa época.
Alquiló todas las habitaciones para que nadie ocupara ningún espacio.
Abonó por adelantado la abultada estadía, los gastos extras que se produjeran serían resueltos al final de la misma.
Ignacio, el hotelero, no debía formular preguntas, el exótico visitante no estaba dispuesto a responder ninguna.
Inmediatamente le fue asignada una suite especial.
Exigió que de la misma se retiraran cuadros, objetos de arte, teléfonos y computadoras.
Mientras el personal asignado retiraba todo, el visitante tomaba una copa en el bar del complejo.
El dueño reunió a todos sus empleados para informales las novedades, la mitad tomaría licencia, los necesitaría cuando la ocupación del hotel fuera plena.
Todos asintieron a semejante extravagancia, la temporada de cruceros recién comenzaba, el descanso fue bien recibido.
Quedaría el personal indispensable en cada sector del hotel para mantenerlo en condiciones,
ninguno de los elegidos debía aproximarse demasiado al huésped.
Solitario, ascendió las escaleras arrastrando una maleta que saltaba graciosa en cada escalón de madera noble.
Extrajo del bolsillo de su campera de lana negra, la tarjeta de plástico, ella abriría la puerta de la suite que le fuera concedida.
Un espacioso salón era más que suficiente para contener un escritorio, sillas alrededor de una mesa que jamás serían ocupadas.
Una puerta corrediza separaba ese espacio del dormitorio.
Sitio confortable, podía caminar descalzo como le gustaba.
Inmediatamente cerró los espesos cortinados, no quería observar el paisaje, tampoco que el sol matizara de luces doradas aquello que sería su hábitat durante una semana.
Valeria la telefonista del hotel era curiosa por naturaleza, los días de descanso le venían bien a todos, sin embargo quería saber quien era el huésped.
Crepúsculo, horas que suman misterio al misterio, cielos rosas y púpuras hacían que el mar tuviera tonalidades nacaradas.
Horario ideal para caminar por la playa.
Recostado sobre una roca el extraño pasajero no dejaba de fumar, creyó oirlo hablar.
Tuvo miedo.
Esperaría la rutina del próximo día.
Pasó inadvertida, apenas miró el rostro del hombre, en él se concentraban todas las razas y atavismos.
Como pudo se acostó en la roca de manera tal de no estar visible, sostuvo el grabador.
Cuando el hombre se fue ella tomó un atajo que la llevaría a su casa.
Estaba segura que nadie la había visto.
Desgrabó la conversación.
No pudo detener las lágrimas al oír el contenido.
El hombre solitario le pedía perdón a un ser imaginario o real.
Le decía que no había sido la intención el haberse ido, minutos antes que el sueño eterno apresara a ese ser que tanto había querido, pese a que pocas veces lo había demostrado.
Valeria estaba conmovida, jamás había visto o sentido a un humano solo de soledades.
La joven muchacha estaba aterrada, por primera vez había ingresado al alma desnuda de un ser solitario.
Sentía la necesidad de abrazarlo, decirle que no estaba solo, que las penas se atemperan cuando se comparten.
Hoy el hombre solitario ha partido, de la telefonista del hotel nada se sabe.


http://www.youtube.com/watch?v=wCQwxpo2MSE

No comments: