Wednesday, April 28, 2021

LEJANO ATER




Tesoro de mi alma hoy se cumplen sesenta y ocho meses de ausencia.

Ausencia intolerable.

El dolor ha convertido no en jurones mi esencia sino en hilachas que tardan demasiado en deshacerse para que pueda partir a tu lado.

Seleccioné para esta conexión especial una imagen representativa de ambos, rememorando el lejano ayer.

Mi sentir poco tiene que ver con el conocido “Síndrome del nido vacío”.

Esa sintomatología,  aparece cuando un hijo decide vivir su propia vida de manera independiente.

No existe adjetivo, ni nominación de ninguna índole capaz de explicar el sentido de la vida con un hijo muerto.

Sabemos no volverá a nuestro lado nunca más.

Lamentablemente la muerte no se puede enmascarar con sinónimos de ninguna naturaleza.

El final es así.

Las heridas  provocadas jamás podrán cicatrizar.

¿Qué consuelo existe para una madre,  que hace dos mil cuarenta días no puede besar a su hijo?

¿Existe algo más cruel?

Definitivamente, no.

Los estudiosos del comportamiento  humano, expresan todos los duelos pueden ser superados, menos el de un hijo.

Acuerdo plenamente con esa postura.

Es necesario para no opinar con liviandad, sentir en carne propia esa fatídica sensación.

Por ello sugiero, ya que nunca doy ni recibo consejos  no hacer conclusiones equivocadas sobre un tema tan profundo, para el cual no existen adjetivos de ninguna especie.

Por ello es mejor callar cuando no se tiene nada argumentado para decir.

Algunos dolores pueden compartirse, para que la mochila que nos carga el destino resulte menos pesada.

Nunca cuando refiere a la falta de un hijo.

Es el límite que se impone a las palabras. Vacías de contenido.

Hijo mío estoy esperando comenzar a volar por vos.

Agobian las dilaciones carentes de razonabilidad.

Nadie puede prohibirme estar con vos para siempre.

En mi viaje atravesaré todos los caminos y paisajes.

Amaneceres observando a Helios, vestir el horizonte con sus destellos de oros.

Ríos de colores.

Lugares poblados y otros por donde ha pasado su pincelada la soledad.

Cadenas montañosas de todas las alturas.

Vestidas de verde o simplemente de piedras como el famoso cerro de los siete colores que se halla al norte de nuestro país.

Antes de llegar al “Puente de los recuerdos”, juntaré flores silvestres para llevarte a vos.

En ese sitio esperaré el navío, que me dejará cerca de una escalera para comenzar mi ascenso mientras observo la puesta de Febo y la aparición de las primeras sombras de la noche.

Poco importa la condición climática.

Para arriesgarme, si necesitara hacerlo, cuento con tu abrazo interminable.

No quiero seguir aquí, donde las máscaras han comenzado a caerse.

Por otra parte mi espacio está en donde estás vos.

Mi único interés siempre ha sido tu amor.

Algunos entes desconocidos quisieron fuera imperfecto.

No pudieron lograrlo pese a la caprichosa distancia que impusieron.

Retomaremos,  nuestras charlas habituales.

Preciso mantener conversaciones profundas alejadas de las circunstancias superficiales que debo soportar.

Me hacés falta.

Es triste no poder intercambiar ideas con el mejor amigo, tan importante como el mejor hijo.

Ahora estoy en una etapa donde distintas diásporas, tienen costumbres poco compatibles con las mías.

Como pocos conocés mi capacidad para eludir banalidades que no dejan absolutamente nada significativo para alimentar el espíritu.

Pese a las diferencias conceptuales no pierdo el tiempo en confrontar.

Entiendo que siendo todos adultos, cada cual sabe cómo debe reaccionar.

Reflexión.

Esa es la palabra que debería unificar criterios antes de emitir, vanas conclusiones que solo sirven al emisor de las mismas.

¿Has observado desde donde estás la diferencia de pensamiento entre integrantes  que habitan oriente y occidente?

Muchas veces prefiero no comprender o interpretar ese papel ante ciertas reacciones sin fundamento que las justifique.

 Si nos hubieran otorgado la posibilidad, de seguir caminando juntos por la vida, muchos episodios no ocurrirían.

Equivocadamente, subestiman mi capacidad intelectual.

Es cierto, tu muerte fue un tsunami capaz de mover cualquier estructura.

Como siempre, evitaste fuera lastimada.

Pese a ser de generaciones diferentes, en esta ocasión aprendí mucho de vos.

Por ser impulsiva.

No pude adquirir tu templanza.

Otro don adornando tu luminosidad.

No existe ser humano preparado para morir, exceptuando los elegidos.

Ambos sabíamos en los últimos meses podía ocurrir.

Desde siempre te acompañó,

la certeza.

Tan solo dos meses antes mientras aparentaba leer, sorpresivamente dejaste, de buscar un texto en la biblioteca, sin anestesia, preguntaste ¿Qué harías sin mí?

Lamentablemente mi respuesta, no se concretó.

Nunca comprendí, como hiciste para sobrevivir a sabiendas que el final estaba próximo.

¿Por qué callaste tanto dolor?

Nunca una queja.

Hasta el día anterior, proyectando mi futuro con tu ausencia insoportable.

Solo los seres de luz en medio del padecimiento piensan en lo demás.

¿Comprendés,  por qué carece de sentido continuar?

Como indica la aguja de las brújulas  siempre señalando el norte, el mío sos vos.

Pienso en tu soledad.

La sensación estremece.

Es cierto decidiste incinerar la materia.

Cumplí con tu voluntad.

Tu maravillosa,  esencia trascendió el tiempo.

Asombra siendo tan joven tuvieras todo calculado.

Desde el principio de tu malestar manifestado los primeros días de agosto, no pude asimilar el horror.

Te amo hijo querido más allá de cualquier otra vida.

Te extraño más que nunca.

No tengo enemigos, de tenerlos no les desearía el peor de los martirios.

Hijo querido hoy más que nunca te pido no olvides cuanto te quiere  mamá.

 

https://www.youtube.com/watch?v=hfgDstS58fo

 





 

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