Friday, September 16, 2011

AULLIDOS EN LA NOCHE






La agencia de viajes ofrecía un destino fabuloso.
Bellas imágenes aparecían en los folletos, sin dudarlo eligió esa oferta.
Debía prepararse para enfrentar un clima hostil, exageradamente frío.
No importaban las horas de vuelo ni los trámites en el aeropuerto.
Como siempre, estaba atestado de turistas queriendo cumplir sus sueños.
Empleados que ni siquiera regalaban la mueca de una sonrisa, todos querían llegar primeros al mostrador de embarque.
Abierta a las emociones que la esperaban dejó el equipaje.
En pocos minutos emprendería un viaje soñado.
Fuerte, el pájaro plateado que los esperaba en la pista hacía rugir las turbinas.
Instalada en su asiento aceptó la copa de champagne que le ofrecía la azafata.
El piloto les dio la bienvenida, informó que harían escala técnica en Madrid antes de llegar al sitio elegido.
Durmió de ratos, se vio presenciando una corrida de toros.
El sol ardiente iluminaba las mantillas de encaje de las concurrentes, los gritos alentaban al torero.
El dolor que sintió en sueños logró despertarla, una vez más el hombre con su traje de luces completaba la faena.
Sacó los folletos del bolso de mano, los paisajes eran majestuosos.
Moscú la esperaba con la gelidez de un clima adverso para quienes no están acostumbrados al frío.
Desde la habitación la vista era inobjetablemente bella.
La Plaza Roja apenas vestida con los primeros copos de nieve, más allá la cúpula de la basílica de San Petesburgo.
Filosa acariciaba el celeste cielo.
Si allí hubiera culminado el viaje estaría satisfecha.
Al día siguiente tendrían la primera excursión.
El tren partiría de la estación de Moscú hacia las estepas siberianas.
Ante una pregunta, un pasajero le comentó que el tren siempre era despedido por la calida voz de una azafata.
Muchos tal vez no regresarían, esa voz melodiosa tal vez fuera lo último que escucharan.
Antes de ingresar a las estepas harían noche en un parador solitario.
Leños ardientes crepitaban en el hogar.
Preparó la mochila para la aventura que tendría lugar ni bien asomara la mañana.
Preparó vieograbadora y cámara fotográfica.
En el sillón dejó la ropa de piel que utilizaría.
Intento dormir, la excitación ante lo desconocido no le permitió conciliar el sueño.
Gigantes las estrellas encendían el firmamento sin luna.
Estaba segura que de haberlo intentado podría haber tomado alguna con sus manos.
Mientras respondía algunos correos, un aullido desgarrador la paralizó.
Buscó abrigo.
El empleado del hotel le sugirió no saliera, le hizo saber que los sonidos provenían desde el desierto, los lobos bramaban en forma desgarradora.
Intentar investigar podría traer consecuencias no queridas.
Desierto impactante, doloroso silencio quebrado por el aullido de los lobos.
Sintió pena, la ternura se apoderó de su alma.
El guardián del espacio le contó que los lobos aullaban de noche por miedo a la soledad.
No creyó la historia, desobedeció las advertencias.
En el bolsillo del saco de piel guardaba una lintena.
Lloró como jamás lo había hecho antes, en la inmensidad de la noche un lobo chillaba.
La imagen de la soledad estaba representada en ese animal
Otros aullidos quebraron nocturnos silentes.
El lobo volvió a su madriguera, no estaba solo, en otro lugar de la estepa rusa moraban sus compañeros.
A partir de ese instante la vida de la turista hizo un click, jamás dejaría fuera de sus sentimientos a cualquier especie en soledad.
Comprendió que la fuerza se pierde cuando no se tiene a nadie con quien compartir el camino.


http://www.youtube.com/watch?v=3ptd1BSIiIQ&feature=related

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