Thursday, September 01, 2011

ESPEJOS CIRCULARES







Diana y Federico se conocen de toda la vida.
Al principio sostuvieron una relación amistosa.
Poseedores de caracteres fuertes muchas veces terminaban discutiendo.
La escuela secundaria los separó por un tiempo.
Se mantuvieron conectados siempre, exceptuando los momentos que en los dos nacía un odio desconocido.
Con el propósito de no lastimarse optaban por el silencio.
Ambos obtuvieron un título universitario.
La casualidad o el destino hizo que se perfeccionaran en el exterior.
La primer sorpresa tuvo lugar en el aeropuerto.
El abrazo sincero en la estación aérea despertó otros sentimientos.
Prefierieron callar las emociones.
Durante el viaje recordaron tiempos pasados.
Sorprendidos rieron cuando se enteraron que se alojarían en la misma pensión estudiantil cercana a la casa de estudios.
Concretarían una cita para la tarde.
El edificio de la universidad era una mole de cemento, el gris era cortado por los cristales de amplios ventanales.
Estaba construida de tal forma que todas las salas estaban orientadas hacia los jardines externos e internos.
Césped recién cortado, coloridas flores en los canteros.
Distintas especies otorgaban aromas y matices.
Al día siguiente comenzarían los cursos.
Ella se perfecionaría en historia del arte, Federico en ciencias físicas.
El horario del almuerzo los encotraría reunidos en los jardines internos de la casa de estudios.
Compartían viandas y pasajes de la vida.
Las risas eran acompañadas por la melodía de los pájaros que descansaban en las ramas de los árboles.
Diana respondió al primer beso robado, con ternura inusitada.
La relación se afianzaba.
No podían vivir separados.
De regreso a la ciudad que los viera nacer, probaron la convivencia.
Con ahorros propios y un préstamo compraron una vieja casona alejada del pueblo.
Necesitaban remodelarla.
Hacía mucho tiempo que la propiedad estaba en venta.
El dueño de la inmobiliaria les contó una historia que a la pareja le pareció disparatada.
Ellos no creían en espíritus.
Esa casa albergaría todo el amor que sentían.
Trabajaban todas las horas que podían, cada peso que recibían era invertido en cambiar la vivienda.
Conservarían el estilo barroco.
Las torretas apuntaban como alfileres direccionadas al cielo.
El interior era majesuoso, techos altos de madera, arañas de cristal antiguo por las que no había pasado el tiempo, lucían brillosas como si las hubieran utilizado el día anterior.
Se llegaba al piso superior a través de una escalera de noble madera.
Allí estaban ubicadas las habitaciones que utilizarían ellos y los hijos que coronarían tanto amor.
No encontraron explicación a la cantidad de espejos circulares que estaban en todos los salones.
Tal vez los dueños anteriores tenían especial atracción por ese tipo de adornos.
De a poco los irían removiendo, serían suplantados por cuadros.
Diana veía en esos ojos plateados y brillosos imágenes desconocidas.
La mayoría de ellos fue llevado al amplio sótano que poseía la casa.
Federico lloró de alegría en el momento que supo que sería padre.
Por su trabajo manipulaba sustancias químicas.
No quería que nada afectara el embarazo de la mujer que más había amado en la vida.
Por precaución mudó el laboratorio al subsuelo de la propiedad que ocupaba la extensión de la misma..
Tenía espacio suficiente para montar el laboratorio.
Tabiques divisorios separarían el lugar donde estaban depositados los espejos con su sector de trabajo.
Diana agregó cuadros para que el lugar no fuera tan lúgubre, tan oscuro.
A medida que el embarazo avanzaba, Federico tenía cambios de conducta.
El amor de su mujer no podía morigerar los cambios de humor que tenía.
De ser un amante perfecto había mutado a un ser huraño, desconocido.
La dulzura de los besos había cambiado por amargura.
Se amaban sin límites.
Consultaron a un especialista, querían recibir al fruto de su amor con alegría.
El psiquiatra atribuyó los cambios a la llegada del nuevo integrante de la familia.
Juan llegó al mundo en su propia casa, un bello niño esperado.
La cuna albergaría a ese ser pequeño, hermoso, amado.
Años después el heredero demostró tener capacidades especiales, podía mover objetos con solo mirarlos.
Noche de invierno.
La familia reunida alrededor de la mesa.
Viento furioso arrastraba todo aquello que se interpusiera a su paso.
Juan fue llevado a su habitación, los padres se quedaron junto a él hasta que logró dormir profudamente.
El único espejo circular que no pudieron remover, pese a los esfuerzos en un segundo se hizo añicos.
Como dagas se incrustaron en el cuerpo de sus papás.
Nada se sabe hasta hoy del destino de la pareja y su niño.
Tal vez estén prodigándose amor en otros planos.
El espejo circular está intacto.
Los peritos buscan explicaciones a un caso tan raro.
Un celular capturará la imagen del espejo, tres sombras sonríen.

http://www.youtube.com/watch?v=0-3h5fGyT5o

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