Tuesday, September 27, 2011

DÍAS SIN SOL, NOCHES SIN LUNA




Mañana límpida, cielo diáfano casi transparente deberá caminar mucho para fundirse en el horizonte con el océano.
Radiante el sol asciende sin prisa ni pausa.
Tenue brisa ha convertido el mar en un espejo de agua manso.
Olas atrevidas danzando suavemente dejan su estela de sal en la arena.
No puede ni quiere perderse un día tan luminoso.
Consulta el reloj.
Tiene tiempo de hacer la rutina de ejercicios en la arena.
Pocas veces en primavera la temperatura es tan agradable.
Saltando baja los escalones que la separan de la playa.
Necesita sentir el contacto de la arena húmeda en los pies descalzos.
Ríe al anudar los cordones de las zapatillas, las cargará sobre los hombros.
Retrocede unos metros, no quiere perturbar el descanso de un lobo marino recostado sobre las piedras.
El pelaje lustroso le inspira ternura, no se anima a acariciarlo.
Ha caminado bastante, pasos rítmicos, ligeros precederán un tramo donde correrá hasta que el cansancio la venza, hasta que el corazón que cabalga en su pecho le indique debe aminorar la marcha.
Juan levanta las persianas del kiosco, la saluda con cariño, le ofrece un café, ella opta por agua.
La caminata le produjo sed, busca en los bolsillos, otra vez ríe, no lleva dinero, pagará mañana.
En el zenit Febo irradia vida.
Es hora de emprender el regreso.
La brisa se convierte en viento furioso, desordena los cabellos de Natalia.
Un mechón será suficiente para sujetar la rizada cabellera.
Rápidamente el cielo se convierte en un techo plomizo.
Las gaviotas huyen a sus nidos.
Nadie presagiaba la última nevada de primavera.
Una ducha ligera.
Mientras anuda la bata a su cintura el teléfono clama.
Del otro lado Nicolás apenas la saluda, le reclama la demora en atenderlo.
Enmudece, como otras veces su hombre está enojado con la vida.
En vano intentará sostener la catarata de palabras hirientes que le prodiga.
Hará los últimos esfuerzos, quiere calmarlo, en lugar de lograrlo parececiera que cada una de las palabras que pronuncia atizaran el fuego.
Nada lo conmueve, tampoco quiere ese efecto, necesita ser escuchada.
La conversación se interrumpe en el mismo instante que comienza la tardía nevada.
El salón queda en penumbras, Eolo la ha dejado sin energía eléctrica.
Tendida en un sillón enciende un cigarrillo.
Es hora de hacer un balance, trata de encotrar respuestas a sus preguntas.
¿Lo ama?
Más que a su vida.
¿Qué piensa el hombre de sus sueños?
Está irritado como otras veces, como otras veces vistió una armadura de acero.
¿Intentará acercarse nuevamente?
No si las dudas empañan el más bello sentimiento.
¿Qué pasará mañana?
No quiere saberlo.
El temor acorrala a Natalia.
En la relación ha permitido muchas cosas, de mil modos intentó esfumar las tinieblas que acosaban permanetemente a Nicolás.
¿Cómo hacer para eliminar la ceguera que lo atormenta?
¿Cómo demostrarle que ella siendo una humana como cualquier otra, es diferente?
¿Ese no fue el detalle que enamoró a la pareja?
Ha cesado la última nevada de primavera.
En el firmamento deberían comenzar a encenderse las estrellas.
Gloriosa la luna tendría que regalar el primer destello.
El desamor logró no haya soles ni lunas que ornamenten el universo.
Es tiempo de espera.

http://www.youtube.com/watch?v=0XxmKGCZolM&feature=related

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