DESENGAÑO

Ariel es un hombre como cualquier otro.
La diferencia con los demás se puede establecer en que se dedicó a beber la vida de un solo sorbo.
Quemó etapas sin saber que en el futuro ello le traería grandes angustias.
Vivía el presente sin tener en cuenta el ayer, ayer que en la mayoría de los seres humanos es el cimiento del futuro.
¿Cómo describirlo sin equivocaciones?
Intentaré hacerlo a través de la historia de vida que guardo en mi grabador.
Hace poco me recibí de periodista, como todos empecé desde abajo.
Cubrí episodios en la calle que marcaron mi destino.
Desmanes, sucesos sangrientos que marcarían la historia de mi país amado.
El cámara que me acompañaba se había refugiado en un negocio que oportunamente bajó las persianas para no ser objeto de la barbarie desatada.
Ariel y yo encontramos un lugar en la entrada de un banco que no voy a decir su nombre, no tiene importancia.
Las autoridades policiales montaban caballos briosos, no tenían en cuenta aquello que atropellaban.
En un instante aparecieron no sabemos de dónde obreros que tapiaron las vidrieras de la institución.
Sentimos y vimos el terror delante de nuestras miradas.
Disparos al aire.
Comprobamos que no eran balas de goma sino de plomo.
Varias personas cayeron heridas de muerte ante la perplejidad de nuestras miradas.
No teníamos capacidad de reacción.
El terror era demasiado.
Ariel me abrazó para protegerme, lloré como nunca antes lo había hecho.
Cometí el error más grande al tratar de tranquilizar a mis padres, como si fuera una aventura les conté el lugar donde estaba apostada.
Emocionada como cualquier novata les hablaba de los disparos cruzados.
Sin querer sembré más pánico.
Alguien se apiadó de nosotros y nos acercó chalecos anti balas, en ese instante me pregunté si sabían que el daño estaba hecho.
La furia demencial de aquellos que ejercían autoridad nos separó.
Los gases lacrimógenos afixiaban.
Ariel antes de desaparecer del alcance de mi vista me dejó sus datos.
Han pasado más de diez años de aquel suceso que marcó nuestras vidas.
Hoy ocupo un escritorio con ventanales orientados hacia una avenida importante.
Puedo observar todo lo que pasa en la calle, tengo una secretaria que no he pedido.
Un correo electrónico llama mi atención, escondido detrás de un nombre de fantasía, Ariel me cuenta que está en una playa caribeña.
Trabaja de lo que puede para susbsistir en tierras extrañas.
Me cuenta que le gustaría regresar en el tiempo, no tiene consuelo.
Quisiera hacerle sentir el calor de un abrazo.
Dejar que el amor que no sabe le profeso lo haga regrsar.
Quiere volver a ser un niño, no tener responsabilidades, sentir el amor de sus padres y hermanos.
Esta noche me llamará por teléfono, trataré de evitar el llanto que traen los momentos compartidos.
Deseo con el amor que me inspira que no quiera volver a la niñez.
Deseo que ese hombre que ha sufrido tanto encuentre en mí paz y sosiego.
Solo lo invitaré a la aventura de crecer juntos.
Ignoro si me animaré a decirle cuánto lo amo.
De ello se encargará el tiempo.
No apuro los designios del destino, quiero que vuelva para demostrarle en cada minuto mis sentimientos más profundos.
Solo deseo vivir el inicio de un amor que se perpetúe más allá del tiempo.


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