Wednesday, September 14, 2011

SIN RED




Esta historia se desarrolla en una escuela rural, ubicada cerca de las montañas.
Lejos de la gran ciudad muchos niños pernoctan allí.
Los lunes llegan cansados por el camino recorrido, algunos tienen suerte viajan apretaditos en una camioneta donada por un ser anónimo a quien se le estrujaba el corazón cada vez que veía a los chicos transitar un largo sendero hacia la escuelita.
Pensaba en las comodidades que tenían sus hijos, puntualmente un vehículo los pasaba a buscar, por la tarde los traía de regreso.
Los chicos de la escuela de montaña no tenían esa posibilidad, cinco días lejos de papá y mamá moldeaba el carácter de cada uno.
Muchas veces lloró al ver a los niños cargando sus mochilas, cruzando vados de agua cristalina y helada.
Otras tantas desvió el camino para ahorrales la caminata y acercarlos a la escuela donde comenzarían el aprendizaje.
Conocía casi todas las historias de esos chicos que con nada alimentan valores solidarios.
Casi todos hablaban de las virtudes de la seño Marianela, le contaban que era quien en las noches apagaba los leños para que el humo no los afectara, les contaba cuentos, cantaba hasta que los ojitos comenzaban a cerrarse después de una larga jornada de aprendizaje y juegos.
Astrid permanecía callada durante todo el trayecto, niña bella y misteriosa.
Tan hermosa que cualquier pintor hubiera plasmado sus rasgos en la tela.
Mirada intensa e inquisidora, a veces desafiante.
Por sus compañeros supo que la niña procedía de un gran centro urbano.
Los avatares de la vida habían llevado a sus padres a optar por un lugar más alejado, huérfanos de trabajo decidieron dedicarse a la cría de ganado lanar.
En ese instante la pequeña se convirtió en un ser hosco, poco amigable.
Siempre pensamos que los niños no tienen maldad, Astrid quizás no la tuviera, era necesario estimularla.
Buena alumna, siempre buscaba litigios con sus compañeros para luego victimizarse.
Sus travesuras por así denominarlas tenían como eje culpable a sus compañeros.
Mañana primaveral.
Brotes en los árboles pugnando por convertirse en hojas brillantes.
La tibieza de los rayos de sol lograrían que los pequeños capullos fueran fragantes y coloridas flores.
Las primeras mariposas comenzaban a llegar, los ruiseñores regalaban las primeras melodías.
Astrid no se integraba a los juegos, se acercaba a sus compañeros cuando necesitaba algo o quería cumplir un capricho impropio a tan corta edad.
Varias veces la encontraron absorta mirando la red que tejía una araña entre las ramas de los árboles.
Desistía de participar en actividades grupales.
Han pasado varios años, Astrid es una mujer solitaria.
Quienes la conocen saben que ha tenido varios romances como cualquier joven de su edad.
Los hombres se alejan de ella cuando comienzan a conocer su verdadera esencia.
No es mala, pareciera que de todos los hechos cotidianos quiere sacar rédito.
En soledad arma y desarma estrategias, atraviesa barreras que la convierten en un ser extraño, a veces amigable, otras su proceder es incalificable.
Marianela ya no trabaja, tiene más tiempo para sus cosas, leer, informarse, derramar una lágrima cuando recuerda a todos los chicos a los que ha enseñado a vivir.
Todos los periódicos digitales tiene como noticia principal en sus portadas la extraña muerte de una mujer.
Las fotos del episodio laceran el alma.
Entre las redes de una telaraña reconoce a su alumna de antaño.
La muerte le ha otorgado más belleza.
Los peritos convocados para escalarecer tan extraño caso quedan paralizados, en la camilla que debería ocupar el cuerpo yaciente de Astrid, una araña comienza a tejer su red.

http://www.youtube.com/watch?v=n0FXuxKP-fg&feature=related

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