Sunday, December 25, 2016

AL ÚNICO DUEÑO DE MIS MUSAS





En cada instante del día trato de evocarlas.
No importa si estoy caminado por majestuosos paisajes sureños, no importa si el otoño solo se nota en la languidez de los tonos amarillos, no importa la desnudez de las ramas de los árboles, la temperatura ambiente los contradice.
Desnudos muestran el alma, alma llena de nudos, nudos rugosos que son estigma que quizás en primavera impidan el paso constante de la savia, savia que los alimenta con el único objetivo de continuar la vida útil que tienen signada.
Árboles desnudos semejantes a fantasmas, fantasmas que moran mundos tenebrosos, mundos opacos, mundos sin luz, mundos ausentes de sonidos, sonidos melodiosos mutaron a un silencio profundo, silencio que no está solo, silencio que agazapado en el anonimato castiga sin piedad, sin piedad ni disimulo.
Silencio que a veces logra sus anhelos de colocar mordazas, silencio que logra las musas se disparen con destino incierto.
He pensado en el por qué del exilio de mis musas, las comprendo aún no han aprendido a vivir en el orbe de los violentos, violencia que se manifiesta en forma elíptica, violencia que no es directa.
Violencia velada que al castigar al inocente hiere a quien no se lo merece.
Las musas conocen miles de historias, fantásticas o de las otras.
Prefiero a las primeras, musas capaces de contarte la belleza de un paisaje, musas que no se detienen intentando llegar a tu alma.
Musas que viajan en el tiempo para ubicarte en cualquier época.
Musas que se visten con gasas etéreas y volátiles para llevarte a conocer sitios donde todo resplandece.
Musas que conservan su belleza vestidas de harapos o disfrazadas de reinas.
Musas incontenibles cual catarata cristalina que vierte el agua ruidosa en el fondo de un río, con sus acordes lentamente desgasta las rocas.
Las he convocado infinidad de veces, el único interés era compartir instantes amenos.
Hoy han partido a un exilio no buscado, ignoro el tiempo que permanecerán ausentes.
No puedo exigirles absolutamente nada, han sido generosas, con ellas desplegué alas imaginarias para recorrer espacios donde imperaban la magia y fantasía de las letras.
No tengo dudas que voy a extrañar su ausencia, son sabias, retornarán cuando el alba pinte todos los rincones con sus colores rosados.
Regresarán cuando el sol emerja de las profundidades del agua.
Tal vez cuando el crepúsculo llame a la oscuridad.
Quizás aparezcan cuando el nocturno encendiendo las estrellas, manto negruzco convocando los destellos de la luna.
Dejo que partan hacia su destino, espero que regresen para que a través de ella pueda seguir ejercitando el verbo compartir.
No deseo que ellas se conviertan en árboles desnudos, vigías de momentos inexplicables cuando de utilizar el raciocinio se trata.
No me atrevo a despedirlas, las despedidas casi siempre traen lágrimas, lágrimas visibles o de las otras, lágrimas que inundan el corazón hasta dejarlo laxo.
Quiero que sean como el faro que ilumina al navegante, ese faro que nunca apaga sus luces, si eso no ocurre entenderé por fin que ha llegado el ocaso en que me dejó tu partida tan inesperada,
No existe hora del día en que no te recuerde, no sé si la palabra correcta es recuerdo pues vivirás eternamente en mi alma.
Las musas que antes tanto te alegraban pues fuiste el primero que leyó mis relatos, hoy están prisioneras en el campanario de una iglesia abandonada.
Nadie se ocupa de hacer tañír el bronce que anuncia la llegada de la vida o la muerte.
Quisiera algún día no lejano tener la posibilidad de poder recorrer con nuestra imaginación unida más allá del tiempo y el espacio.
Es posible que el pedido de esta madre a quien la vida se le cayó encima sin importar las heridas que produciría, sea exagerado.
Más no revista en tal categoría la necesidad imperiosa de tenerte unos segundos físicamente para abrazarte y decirte cuanto te quiero.
Hoy es un día especial para la comunidad religiosa, para mí es un día más en el que me veré privada de escuchar tu voz, mirarte a los ojos sumergiéndome en ellos hasta llegar al fondo de tu corazón.
Pese a esas falencias que tanto perturban puedo asegurar con certeza que nunca te has ido pues tienes dos hogares mi alma y esa eternidad maravillosa donde moran los ángeles como vos.
Nada es igual desde hace casi diez y seis meses.
Tengo días que agobian por el peso del dolor y como siempre siento que estás para sacarme de esa rutina trágica que produce la partida del ser al que se trajo a la vida con la ilusión de que todos sus proyectos que no eran poco se fueran cumpliendo con el paso del tiempo.
Nunca voy a conformarme.
Es imposible aceptar el estado de desamparo que nació con tu partida.
No me cansaré de escribir para vos ni de pedirte que nunca olvides cuanto te quiere tu mamá.

https://www.youtube.com/watch?v=lW_vT5h-WK4


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