Wednesday, December 14, 2016

POSEIDÓN Y LAS GAVIOTAS






Poseidón era el Dios del Mar en la antigua Grecia.
En la cultura romana se lo conoció como Neptuno.
Era el segundo dios más importante después de Atenea.
Dicen que era un ser irascible de aspecto imponente siempre empuñaba su tridente para amenazar a quienes se atrevieran a cruzar los mares sin pedir permiso.
Tebúa épocas de bondad donde las aguas de las que era su deidad se convertían en espejos de agua tranquilo por el que se podía navegar sin peligro.
En ese entonces se hizo amigo de dos gaviotas a quienes le prometió cuidarlas mientras fueran pequeñas y luego pudieran volar con autonomía sin depender de nadie, libres como el viento que las acompañaba en sus largas travesías de volar por todos los cielos sin que el peligro las acechara.
Cuando el enojo lo tomaba como prisionero los dueños de las embarcaciones ofrecían sacrificios de animales para tener de esa manera un viaje sin inconvenientes.
Pese a ello los amenazaba con su poderoso tridente aún cuando hubieran cumplido con la exigencia de sus pedidos.
Cuenta la historia que tuvo varios hijos que se alejaron de su lado.
No podían soportar que la ira de su progenitor provocara desastres naturales como los terremotos, maremotos hoy conocidos como tsunamis.
Conservaba en su soledad su amistad con las gaviotas, tal vez por la falta de cariño de los hijos hacia su padre.
Quiero recordar al Poseidón prisionero de la calma, ese que se olvidaba de sus poderes para hacer daño y dejara que los amantes del agua se deslizaran como peces en espacios tranquilos.
Sabes hijo de mis entrañas que siempre le busco el lado positivo tal cual me enseñaste a todo lo que ocurre en el Universo.
Jamás podría compararte con el Dios de las Aguas o en ocasiones era un ser violento que abusaba de los poderes que le habían sido concedidos.
Vos amabas hasta los charcos de agua que formaba la lluvia que hoy no podés sentir mojando tu cuerpo.
Recuerdo que te encantaban los días lluviosos y cuando tu amigo se preocupaba por una mojadura inesperada le decías, no es grave, la ropa puede secarse, es solo agua.
Me hubiera gustado tener una mínima parte de tu pensamiento que a todo e quitaba dramatismo,
Tenías razón el agua que mojaba tu ropa podía secarse en un instante.
Sé que conocés a las gaviotas amigas del Dios de las Aguas,
La vida no te dio la oportunidad de conocerlas un pocos más en tu corto paso por el mundo terreno.
La empatía surgió cuando te faltaban pocos días para convertirte en el ángel más bello, pese a ello te aseguro que la pequeña genio crece a pasos agigantados coronada siempre por el éxito.
Esas gaviotas junto a otras y vos son las que me sostienen sin comprender aún para qué y por qué.
Eras mi vida y quiero que sepas que cuando falta nuestra colina principal creemos que cada día morimos un pico.
Sería una necia si dijera que no tengo por quien vivir.
Mas la necedad borraría de mi memoria todos los actos de amor que he recibido en estos quince meses y medio de tu ausencia que añoro.
No quiero ser una deidad griega o romana, necesito conservar mi esencia para que me reconozcas siempre.
Escribir que te extraño con locura lo saben todos quienes aprendieron a conocerme y quererme cuando creía que era tarde para despertar sentimientos dormidos.
Más allá de la historia de dioses o deidades griegas o romanas los finales de los cuentos que te dedico siempre tendrán el mismo ruego, nunca olvides cuanto de quiere tu mamá.

https://www.youtube.com/watch?v=4lyHBltI9vc

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