Buenos días
mi tesoro.
Te saludo en
una jornada primaveral.
La última, a partir de mañana tendremos temperaturas de
un digito.
Quiero
compartirte el sueño de esta madrugada.
Está
relacionado con una conversación que ayer mantuve con una amiga.
Vía audios
fue una charla musical.
Me
preguntaba si tenía la imagen de la conexión de hoy, la respuesta fue un sí.
Era otra.
Esta mañana
luego del sueño, seleccioné una que estuviera relacionada con el mismo.
Sabés
siempre con ansiedad espero tu vista.
Una vez más
no ocurrió.
En cambio
soñé con un atalaya diferente a los demás.
Si bien era
costero, no ingresaba al estuario marítimo.
Pese a los
años sigue funcionando perfectamente.
Está erguido
en el predio de una chacra de muchas hectáreas.
Saliendo del
ejido urbano, una separación, de madera
alineadas, formando un tapial divisorio, a pocos kilómetros, se yergue la edificación.
¿Recordás a
cual hago referencia?
Sí, mi
tesoro, es ese.
Los haces de
luz son tu mirada y ella mi faro, para no perderme en la inmensidad desconocida
del mar.
Pese a sus
años, está pintado de color blanco puro.
Al anochecer
cuando activan la iluminación, parece una estrella gigante, no gira alrededor
del sol, sino sobre si mismo, para ayudar a los buques a llegar al puerto sin
dificultad.
Apagará su
luz, durante el día para luego comenzar con el ritual.
La casa
donde vive quien se ocupa de mantenerlo en perfectas condiciones está ubicada a
unos cien metros.
Se trata de
un pequeño chalet con paredes blancas y techo de tejas rojas,
En el jardín
posee algunos arbustos, pues el salitre del viento marítimo, no deja crecer
flores.
Quien mora
en ese lugar de la ciudad es un hombre solitario.
Acostumbrado
a prestar ayuda a quien lo necesite.
“Si mami,
recuerdo perfectamente a ese hombre dueño de la mirada más triste del mundo.
Nos ayudó a
cambiar una cubierta, cuando era chico.
Nunca
olvidaré la actitud de Santiago ante tu desesperación.
Vos
preguntabas en dónde podías encontrar una estación de servicio.
Estaba, a unos cuantos kilómetros.
Sugirió
entrarás el auto a su jardín para estar más seguros u no en la banquina de la
ruta.
Recuerdo era
demasiado angosta.
Mientras
sacaba la cubierta averiada y del baúl extraía otra.
Contó vivía
solo desde un accidente marítimo sufrido por su esposa en el mar, cuyo cuerpo
nunca pudieron recuperar.”
Cielo mío, tu memoriam está intacta.
Regresábamos,
desde otra ciudad costera distante del
complejo de cabañas donde, decidimos pasar un fin de semana largo.
Suspiré
tranquila cuando, observé, la piscina
olímpica del lugar.
Creí
nadarías allí y no en territorio de Poseidón .
Sueño
imposible, estando cerca del mar.
Una tarde
destemplada salimos a pasear.
Luego de
recorrer la otra ciudad y en medio del camino, sufrimos esa contrariedad.
“Así es ma,
perdón por no haber podido ayudarte en esas instancias.
Por suerte,
encontramos, la casa de Santiago.
¿Mami por qué
e diiste el atalaya había tomado prestada un poco de mi luminosidad?”
Porque esa
estrella emitida por el haz de luz , se parecía demasiado a tu mirada, hoy
convertida en mi faro.
Pocas veces
las luces tienen esa forma de estrellas brillantes.
Casi siempre
el haz de luz es oblicuo, enfocando, el mar en su giro de trescientos sesenta
grados.
Esta vez los
destellos se disparaban formando una estrella imaginaria.
¿Se trató de
un presagio?
Sería esa
dispersión de la luz quien me guiara hasta el lugar donde estás?
“No lo sé
madre.
Si estás en
la tierra, es porque algo más no inherente a mí, debés hacer.
Comprendo tu
ansiedad.
Cuando más
insistas, menores serán tus logros.
Conozco mi
ausencia produjo devastación en tu alma.
En la mía
también.
Añoro todo
aquello compartido.
Hubiese
querido estar un rato más para disfrutar de la familia chiquita y de tu amir de
acero.
No pudo ser
mamá.
Esos entes
que me llevaron eligen al azar.
Como bien
expresás son muchas las madres en tu misma condición.
No quiero
llores tanto.
Siempre
estoy aún, cuando no me puedas ver.
Muchas veces
me has preguntado cómo es mi hábitat.
No puedo
describirlo con algo que esté en la tierra.
No tiene
semejanzas con territorio terrenal.
Ma, tengo
que irme.
Gracias por
el beso de todos los días.
Puedo
recibirlo con el mismo amor que los das.
Madre linda,
también te amo.
Te extraño
tanto como vos a mí.
Ma, nunca
olvides cuanto te quiere tu hijo.”
Tesoro mío
tu mirada es mi faro.
Estoy segura
esa luminosidad será, quien acompañe, mi
ascenso.
No deseo
seguir con tu ausencia.
Nos necesitamos
hasta que llegue el final.
Trataré de
imaginar tu morada como la describía, el
poeta florentino Dante Alighieri.
Un espacio
donde los muertos descansan.
Otra casa
lejana con habitantes desconocidos.
Nunca me has
comentado si pudiste ver a quienes te antecedieron en el camino.
Tampoco a
quien llegó después.
Tu soledad
me desespera.
Sociable
como sos, no puedo pensarte en soledad.
Sé tus palabras
dicen bastante.
Por instinto
conozco aquello que no podés expresar.
Hijito
querido, estamos en cautiverios separados por la eternidad.
Esperaré,
para llegar
a tu lado de manera normal.
Intentaré
calmar la desesperación de no tenerte.
Te observo
con la misma belleza de siempre.
La muerte no
pudo llevarse tu esencia.
También te
amo desmesuradamente.
Hijo
querido, por favor no olvides cuanto te quiere mamá.
https://www.youtube.com/watch?v=bD5JvB8eN3U
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