Sunday, May 02, 2021

TU MIRADA, MI FARO



Buenos días mi tesoro.

Te saludo en una jornada primaveral.

La última,  a partir de mañana tendremos temperaturas de un digito.

Quiero compartirte el sueño de esta madrugada.

Está relacionado con una conversación que ayer mantuve con una amiga.

Vía audios fue una charla musical.

Me preguntaba si tenía la imagen de la conexión de hoy, la respuesta fue un sí.

Era otra.

Esta mañana luego del sueño, seleccioné una que estuviera relacionada con el mismo.

Sabés siempre con ansiedad espero tu vista.

Una vez más no ocurrió.

En cambio soñé con un atalaya diferente a los demás.

Si bien era costero, no ingresaba al estuario marítimo.

Pese a los años sigue funcionando perfectamente.

Está erguido en el predio de una chacra de muchas hectáreas.

Saliendo del ejido urbano, una separación,  de madera alineadas, formando un tapial divisorio, a pocos kilómetros,  se yergue la edificación.

¿Recordás a cual hago referencia?

Sí, mi tesoro, es ese.

Los haces de luz son tu mirada y ella mi faro, para no perderme en la inmensidad desconocida del mar.

Pese a sus años, está pintado de color blanco puro.

Al anochecer cuando activan la iluminación, parece una estrella gigante, no gira alrededor del sol, sino sobre si mismo, para ayudar a los buques a llegar al puerto sin dificultad.

Apagará su luz, durante el día para luego comenzar con el ritual.

La casa donde vive quien se ocupa de mantenerlo en perfectas condiciones está ubicada a unos cien metros.

Se trata de un pequeño chalet con paredes blancas y techo de tejas rojas,

En el jardín posee algunos arbustos, pues el salitre del viento marítimo, no deja crecer flores.

Quien mora en ese lugar de la ciudad es un hombre solitario.

Acostumbrado a prestar  ayuda a quien lo necesite.

“Si mami, recuerdo perfectamente a ese hombre dueño de la mirada más triste del mundo.

Nos ayudó a cambiar una cubierta, cuando era chico.

Nunca olvidaré la actitud de Santiago ante tu desesperación.

Vos preguntabas en dónde podías encontrar una estación de servicio.

Estaba,  a unos cuantos kilómetros.

Sugirió entrarás el auto a su jardín para estar más seguros u no en la banquina de la ruta.

Recuerdo era demasiado angosta.

Mientras sacaba la cubierta averiada y del baúl extraía otra.

Contó vivía solo desde un accidente marítimo sufrido por su esposa en el mar, cuyo cuerpo nunca pudieron recuperar.”
Cielo mío, tu memoriam está intacta.

Regresábamos, desde otra ciudad costera  distante del complejo de cabañas donde, decidimos pasar un fin de semana largo.

Suspiré tranquila cuando, observé,  la piscina olímpica del lugar.

Creí nadarías allí y no en territorio de Poseidón .

Sueño imposible, estando cerca del mar.

Una tarde destemplada salimos a pasear.

Luego de recorrer la otra ciudad y en medio del camino, sufrimos esa contrariedad.

“Así es ma, perdón por no haber podido ayudarte en esas instancias.

Por suerte, encontramos, la casa de Santiago.

¿Mami por qué e diiste el atalaya había tomado prestada un poco de mi luminosidad?”

Porque esa estrella emitida por el haz de luz , se parecía demasiado a tu mirada, hoy convertida en mi faro.

Pocas veces las luces tienen esa forma de estrellas brillantes.

Casi siempre el haz de luz es oblicuo, enfocando, el mar en su giro de trescientos sesenta grados.

Esta vez los destellos se disparaban formando una estrella imaginaria.

¿Se trató de un presagio?

Sería esa dispersión de la luz quien me guiara hasta el lugar donde estás?

“No lo sé madre.

Si estás en la tierra, es porque algo más no inherente a mí, debés hacer.

Comprendo tu ansiedad.

Cuando más insistas, menores serán tus logros.

Conozco mi ausencia produjo devastación en tu alma.

En la mía también.

Añoro todo aquello compartido.

Hubiese querido estar un rato más para disfrutar de la familia chiquita y de tu amir de acero.

No pudo ser mamá.

Esos entes que me llevaron eligen al azar.

Como bien expresás son muchas las madres en tu misma condición.

No quiero llores tanto.

Siempre estoy aún,  cuando no me puedas ver.

Muchas veces me has preguntado cómo es mi hábitat.

No puedo describirlo con algo que esté en la tierra.

No tiene semejanzas con territorio terrenal.

Ma, tengo que irme.

Gracias por el beso de todos los días.

Puedo recibirlo con el mismo amor que los das.

Madre linda, también te amo.

Te extraño tanto como vos a mí.

Ma, nunca olvides cuanto te quiere tu hijo.”

Tesoro mío tu mirada es mi faro.

Estoy segura esa luminosidad será, quien acompañe,  mi

ascenso.

No deseo seguir con tu ausencia.

Nos necesitamos hasta que llegue el final.

Trataré de imaginar tu morada como la describía,  el poeta florentino Dante Alighieri.

Un espacio donde los muertos descansan.

Otra casa lejana con habitantes desconocidos.

Nunca me has comentado si pudiste ver a quienes te antecedieron en el camino.

Tampoco a quien llegó después.

Tu soledad me desespera.

Sociable como sos, no puedo pensarte en soledad.

Sé tus palabras dicen bastante.

Por instinto conozco aquello que no podés  expresar.

Hijito querido, estamos en cautiverios separados por la eternidad.

Esperaré,

para llegar a tu lado de manera normal.

Intentaré calmar la desesperación de no tenerte.

Te observo con la misma belleza de siempre.

La muerte no pudo llevarse tu esencia.

También te amo desmesuradamente.

Hijo querido, por favor no olvides cuanto te quiere mamá.

 

 

https://www.youtube.com/watch?v=bD5JvB8eN3U

 

 


 

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