Buenos días hijo amado.
Te saludo en una mañana donde el sol juega a las escondidas.
Temperatura alta y excesiva humedad no son una buena
conjunción.
Quiero contarte un sueño ocurrido en la madrugada, esperaba
soñarte a vos para darte el beso postergado, no pudo ser.
Estaba caminando por un bosque de pinos buscándote en un atardecer nublado donde la bruma de mi
alma desdibujaba el paisaje.
Espacio solitario para reflexionar.
Varios pájaros negros semejantes a las gaviotas huyeron en
búsqueda de luz natural.
El efecto de la espesa neblina no dejaba ver la punta de los
pinos.
Paisaje invernal, ya que el suelo estaba cubierto de hielo.
Nadie pasó por el lugar para decirme donde me hallaba, mucho
no importaba conocer ese sitio, deseaba encontrarte a vos.
Quizás las gaviotas de color negro anticipándose en su
frágil vuelo hayan tenido la suerte de localizarte.
Ellas también te extrañan.
He logrado interpretar cuando sus ojitos curiosos están
velados por lágrimas prontas a aparecer.
Son avecillas sencillas, despliegan sus alas para volar sin
rumbo predeterminado, aún cuando,
conozca están tratando de encontrar al ser luminoso que hace casi siete años
nos dejó en total desamparo y desolación.
Las he visto llegar desencantados, ellas no te encuentran
tampoco yo.
Los pinos del bosque invernal permanecían erguidos, solo el
sol invernal disiparía la bruma para así
poder mostrar tanta belleza natural.
Sueño inconcluso.
Cuando creí tenerte cerca, el alarido de un trueno me
despertó.
Es penoso salir de los sueños sabiendo no te encontraré
cerca de mi refugio, para cristalizar la utopía de acariciarte y abrazarte como
antes.
Es difícil ello suceda.
No he perdido la capacidad de soñar, quiero pensar no está
demasiado lejana, esa probabilidad.
Mi lucha continuará hasta conseguir el objetivo de verte por
unos instantes para manifestarte la calidad e intensidad de mi amor.
Hoy deseo dejarte las letras de una autora genial referente
a la bruma, capaz de distorsionar los sueños, hasta que comienzan a producir el
más grande de los dolores.
“DESOLACIÓN
Autor: Gabriela Mistral
La bruma espesa, eterna, para que olvide dónde
me ha arrojado la mar en su ola de salmuera.
La tierra a la que vine no tiene primavera:
tiene su noche larga que cual madre me esconde.
El viento hace a mi casa su ronda de sollozos
y de alarido, y quiebra, como un cristal, mi grito.
Y en la llanura blanca, de horizonte infinito,
miro morir intensos ocasos dolorosos.
¿A quién podrá llamar la que hasta aquí ha venido
si más lejos que ella sólo fueron los muertos?
¡Tan sólo ellos contemplan un mar callado y yerto
crecer entre sus brazos y los brazos queridos!
Los barcos cuyas velas blanquean en el puerto
vienen de tierras donde no están los que no son míos;
sus hombres de ojos claros no conocen mis ríos
y traen frutos pálidos, sin la luz de mis huertos.
Y la interrogación que sube a mi garganta
al mirarlos pasar, me desciende, vencida:
hablan extrañas lenguas y no la conmovida
lengua que en tierras de oro mi pobre madre canta.
Miro bajar la nieve como el polvo en la huesa;
miro crecer la niebla como el agonizante,
y por no enloquecer no encuentro los instantes,
porque la noche larga ahora tan solo empieza.
Miro el llano extasiado y recojo su duelo,
que viene para ver los paisajes mortales.
La nieve es el semblante que asoma a mis cristales:
¡Siempre será su albura bajando de los cielos!
Siempre ella, silenciosa, como la gran mirada
de Dios sobre mí; siempre su azahar sobre mi casa;
siempre, como el destino que ni mengua ni pasa,
descenderá, a
cubrirme, terrible y extasiada.”
Hijo querido, no quiero tu hábitat se cubra de brumas,
impidiendo pueda seguir imaginándolo.
¿Sabré algún día, cómo es?
¿Sabías nadie pudo enseñarme a vivir sin vos?
¿Cuándo tendré la dicha de verte aparecer en mis sueños?
¿Por qué la espera es tan desesperada?
Necesito verte para volver a ser.
No la misma de antes, ello no ocurrirá jamás.
No se debe a ningún capricho sino a la sustancia de un gran
amor maternal que los arbitrios del destino, determinaron tu ausencia tan
injusta como inmerecida.
La familia chiquita también te extraña.
Nos hemos acostumbrado a recorrer con un dedo tus fotos,
para que esas caricias lleguen a vos.
Te necesito.
Te amo hijo querido, es imposible continuar cautiva, donde
no deseo estar.
Mi lugar está a tu lado.
¿Es tan difícil de comprender?
Hijo de mi alma te pido ayuda para disipar las brumas de mi
alma y como siempre pedirte desde mi corazón, por favor nunca olvides cuanto te
quiere, mamá.
https://www.youtube.com/watch?v=iYi526FkcL4
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