NUESTRA MÚSICA

Buenos días sol de mis oscuridades.

Agradezco desde el alma ayer hayas aparecido comenzando estos contactos.

He releído varias veces tus letras y no dejo de evocarte.

La poesía “Recuérdame” es tan profunda que desde su lectura ha conmocionado, las fibras de mi corazón del que siempre serás el único dueño.

Cada palabra muestra tu esencia tan particular.

No  pude contener las lágrimas de emoción  y amor hacia el hijo que no está desde hace tanto tiempo.

Hijo al que no puedo decirle cuanto lo amo y extraño, sumado al deseo inquebrantable de necesitar darle uno de los tantos besos que guardo en un baúl imaginario de cristal.

Seré custodia de ellos, hasta el momento que pueda partir a tu lado, con el propósito de retomar la relación madre e hijo que debería ser normal sin distancias imposibles de calcular.

Para relajarnos decidí este contacto tuviera nuestra música, demostrándote, sos el inicio de la escala musical a quien ofrendo la más bonita rosa del jardín de mi refugio, donde siempre habrá espacio para vos, por si pudieras regresar.

No  he perdido la esperanza de escucharte diciéndome  tu clásico “Hola mamá”.

Si bien mi búsqueda nunca cesará, no he perdido la esperanza de volver a verte en mis sueños.

Muchas veces pienso desde el fondo de mi corazón alejado del razonamiento en cualquier momento introducirás la llave en la cerradura, anunciando tu llegada.

Jamás he de perder la capacidad de soñar, es vital para continuar en este territorio en el que no deseo estar.

En suelo terreno nada ha cambiado.

Vivimos en el espacio del relato mentiroso que no ayuda a crecer a determinados argentinos, vaya a saber porque causas.

O tal vez las conozca pero no es de mi agrado politizar estos contactos sagrados para mí.

Seleccioné para musicalizar el enlace  a unos de tus cantantes favoritos.

Siempre has sido un ser amoroso y musical.

Has sabido conjugar el arte con los sucesos cotidianos.

El hijo noble por sus actitudes, el amigo más fiel.

Por tu carácter te has convertido desde siempre en la figura semejante a la clave de sol, inicio de todas las melodías en las que incluyo a la música clásica que decías era de iglesia, pese a que en infinidad de ocasiones escuchabas y tarareabas también.

¿Intentabas descubrir por qué me atraía tanto?

Otras veces cantaste para mí con tu voz de barítono en el idioma original un musical que nos encantaba a los dos.

Recibo asiduamente, mensajes  de otra de tus cantantes favoritas.

La misma que te envió un video para vos en la época que estabas internando.

Emocionada, como madre que es interrumpió la grabación, pues no aceptaba tu final.

Hoy que han pasado casi siete años de esa ausencia inaceptable te recuerda con amor sincero.

Cuenta los entretelones de las anécdotas vividas en los recitales a los que acudías como un soldado fiel.

Ello recibe un nombre, amistad de la buena, sin rencores ni traiciones.

Te dejo un poema para que puedas leer en tu hábitat, estoy deseos de conocerlo rápidamente. Es inútil seguir esperando.

Quiero a mi familia chiquita, ellos comprenden no se trata de una actitud egoísta querer dejarlos.

Entienden cabalmente nuestra soledad.

 

“La canción del corsario –

 

 Lord Byron

 

En su fondo mi alma lleva un tierno secreto

 

solitario y perdido, que

yace reposado;

 

mas a veces, mi pecho al tuyo respondiendo,

 

como antes vibra y tiembla de amor, desesperado.

 

Ardiendo en lenta llama, eterna pero oculta,

 

hay en su centro a modo de fúnebre velón,

 

pero su luz parece no haber brillado nunca:

 

ni alumbra ni combate mi negra situación.

 

¡No me olvides!…

Si un día pasaras por mi tumba,

 

tu pensamiento un punto reclina en mí, perdido…

La pena que mi pecho no arrostrará, la única,

 

es pensar que en el tuyo pudiera hallar olvido.

 

Escucha, locas, tímidas, mis últimas palabras

 

-la virtud a los muertos no niega ese favor-;

 

dame… cuanto pedí. Dedícame una lágrima,

 

¡la sola recompensa en pago de tu amor!…”

 

Letras impresionantes con las que coincido plenamente.

Nada más injusto que la muerte de un hijo.

En determinadas circunstancias no es posible disfrazar las palabras.

No son crueles, forman parte de la realidad transitada todos los días esperando llegue aquel en el que puedan cristalizarse.

Te  amo hijo querido, siempre serás mi vida, por ello quiero acompañarte para que no sientas el abandono menos imaginado.

He de reiterar, jamás podré acostumbrarme, a vivir sin vos.

Es un espanto despertar sabiendo no te encontraré.

Hijo querido, no me cansaré de reiterar mi petición cotidiana, por favor te ruego, nunca olvides cuanto te quiere, mamá.

 

 

 

 

https://www.youtube.com/watch?v=w46bWxS9IjY