Buenos días hijo querido.
Te saludo en una mañana lluviosa, con tormentas fuertes,
puede ser que por fin leguen las temperaturas acordes a esta época del año.
Hoy no saldré a
caminar.
Queda en mi memoria, una propiedad que está en venta, cerca
de mi refugio.
Un chalet con el techo a dos aguas de tejuelas de color
negro, enmarcadas por los colores del otoño en los árboles que la rodean.
Amarillos, rojos y ocre otorgan una belleza especial. Pasar
por el frente de la propiedad constituye una caricia para el alma.
La brisa suave va desnudando las ramas de aquellos, formando
una alfombra crujiente.
El celular me acompaña a todos lados.
Ello permite, tome fotos para luego mostrártelas en estas conexiones fantásticas que tienen el
poder, de sentirte a mi lado muy cerca de mi corazón, donde te llevo tatuado
para siempre.
Ello brinda pinceladas de paz en mi alma mortificada por tu
ausencia irreparable.
La casa tiene un enorme jardín, donde floreen ejemplares de
la estación.
Ello se suma al color de las hojas de los arboles a los que es imposible calcularle la edad.
Por el tono casi negro de las ramas vestidas de otoño,
podría afirmar se trata de especies por las que el tiempo señalado su edad
cronológica de los mismos.
La altura se acerca a los dos pisos de un edificio de
propiedad horizontal.
Evité que en la toma saliera el cartel de venta colgado
sobre las rejas de hierro pintadas de color negro, tono que siempre he asociado
al silencio.
Cuando me mudé a este refugio, renové, la pintura del
frente, continúan siendo blancas y el tono negro de las rejas de todas las
aberturas, es azul marino.
No encontré otra propiedad que tuviera las rejas de ese
color.
Necesitaba se diferenciara de las otras y la mezcla de
tonos, quedó bien.
Cuando me ven, agradecen la opción.
Las veces que puedo trato de alejarme del silencio al que le
he buscado el sinónimo de soledad.
Hoy esta conexión, no tendrá
frases ni citas.
A raíz de la tormenta, el
servicio de la red quedó mal y como siempre, no saben a qué hora será resuelto
el dilema.
Puedo utilizar el servicio de
Word, pero no publicar.
Será otro contacto guardado, para
cuando decidan devolver el sistema.
Lo importante es no poder estos
enlaces que nos unen un poco más cada día de ausencia.
Jamás aceptaré tu partida.
Entiendo está escrito en las
partidas de defunción, no acepto, no pueda tenerte a mi lado.
Son esas jugadas de los arbitrios
del destino, quien debería ser menos autoritario a la hora de elegir jóvenes
para llevarlos a espacios desconocidos, por el hombre, sin tener la posibilidad
de verlos un instante. mis sentimientos siempre te perciben aquí.
Ello nadie podrá cambiarlo por
más esfuerzos que realice.
El amor de una madre hacia su
hijo es inquebrantable.
Tesoro de mi vida, te amo y
extraño desmesuradamente.
La empatía seguirá siendo
incondicional.
¿Cuándo aparecerás por mis
sueños?
Recuerda, debo entregarte todos
los besos guardados en más de siete años.
“No permitas marchiten”.
Preciso cristalizar la utopía de
poder estrecharte en un abrazo ¡interminable.
Mis manos desean acariciarte como
antes.
Es necesario vengas en mi
búsqueda.
No quiero seguir ocupando suelo
terrenal.
Es difícil permanecer donde no se
desea estar.
El sitio elegido es estar a tu
lado para siempre.
Agradezco la energía, que me
enviás diariamente.
¿Has encontrado una estrella
cercana a tu hábitat?
Allí erigiré mi morada eterna.
Como es usual en cada una de
estas conexiones, he de reiterar, mi pedido de siempre, por favor nunca olvides
cuanto te quiere,
Mamá.
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