Sunday, August 05, 2007

HOJAS DE OTOÑO

Era una mujer de una belleza diferente, por más de veinte años habíadesempeñado funciones en la biblioteca del pueblo.
Amaba estar rodeada de libros, los mismos que acrecentaban conocimientos y daban sentido a la vida.
Como todas las mañanas salió caminando rumbo a su trabajo, la brisa fresca del otoño jugaba con su rubia cabellera, los árboles avergonzados lentamente quitaban sus ropas depositando las hojas en la acera, el manto dorado crujía bajos los pasos apurados de esta mujer.
Al llegar, el lugar estaba vacío, en la dirección la esperaba un señor de gesto adusto quien le informó que en pocos días el edificio sería demolido.
Los libros más antiguos serían colocados en un volquete, no podían invertir dinero en restaurarlos, el sitio había sido vendido para edificar la primera torre del pueblo.
Mientras miraba a los estudiantes que sacaban apuntes, ella pensaba ¿Qué sería de su vida?.
Le faltaban pocos años para jubilarse, era una mujer culta, pero a su edad ¿Quién le daría trabajo?.
Terminó la jornada como pudo, el corazón parecía cabalgar en su pecho, la biblioteca era todo para ella, su vida.
Los amigos que supo cosechar en tantos años, la risa de los estudiantes, las caras de asombro cuando ella pedía que se respetara el silencio.
Al salir observó que en el volquete descansaban varios libros, un decreto había tirado en ese gigante de acero años de cultura.
Al borde encontró un libro de páginas que el tiempo había transformado en amarillo, estaban en la calle, si lo llevaba a su casa nadie le diría nada.
Cuando leyó la tapa advirtió que eran poemas inéditos de Víctor Hugo, los guardó en su cartera, al llegar a su casa comenzó a leerlos.

La belleza y la muerte son dos cosas profundas,
con tal parte de sombra y de azul que diríanse
dos hermanas terribles a la par que fecundas,
con el mismo secreto, con idéntico enigma.
Oh, mujeres, oh voces, oh miradas, cabellos,trenzas rubias,
brillad, yo me muero, tened luz, amor, sed las perlas que el mar mezcla a sus aguas,
aves hechas de luz en los bosques sombríos.
Más cercanos, Judith, están nuestros destinos
de lo que se supone al ver nuestros dos rostros;
el abismo divino aparece en tus ojos,
y yo siento la sima estrellada en el alma;
mas del cielo los dos sé que estamos muy cerca,tú porque eres hermosa,
yo porque soy muy viejo.

La oscuridad de la noche cubría todo, sin embargo ella se sentía acompañada, no advertía el paso de las horas.
Del cajón del escritorio sacó una fotografía, era la imágen del amor de su vida, sonreía como antes.
Pasaron muchos años, ella seguía en su casa con la rutina de todos los días, cuando el crepúsculo teñia el cielo de rosas y violetas, sentada junto a la ventana releía ese libro.
Esa tarde tenía sensaciones extrañas, las últimas hojas del otoño habían partido junto al viento.
Tenía sueño, pese a ello, necesitaba seguir recordando.
Una sonrisa calma se dibujó en su rostro, así comenzaba su sueño eterno.

No comments: